Poemas Varios de Emilio del Río

Mostramos a continuación cuatro composiciones poéticas de una persona de nuestra tierra, Emilio del Río, S.J.  Los cuatro poemas están recogidos en su última Antología (en griego, flores escogidas) poética, subtitulada Tu nombre ha florecido. Está prologada esta Antología por su compañero Pedro Miguel Lamet y ha sido editada por la editorial Vitruvio en el año 2008. 

Nos dice su prologuista "En Castilla, la de Machado y  en su Soria 'pura entre montes de violeta´, nació Emilio del Río. Un pequeño pueblo, Valdanzo, le vio aparecer a este mundo un luminoso 5 de abril de 1928. Apenas tenía siete años cuando falleció su padre, que era secretario del Ayuntamiento y del que heredó nombre, apellido y hombría de bien" . Al poco tiempo de la muerte de su padre es acogido y ayudado, como a tiempos otras hermanas suyas, por su tío Venancio Maeso Tutor, cura párroco de Peñalba de San Esteban. En 1940 ingresa en el Seminario de El Burgo de Osma y unos años después entra en la Compañía de Jesús. Realizó sus estudios en Loyola, el monasterio de Veruela, Oña, en la Facultad Saint Albert, de los jesuitas, Lovaina (Bélgica), Gandía, Madrid y Roma. Empezó a dar clases de Literatura en Comillas (Santander) y posteriormente en Valladolid, donde actualmente reside. Pero en el ínterin estuvo varios años desplazado a Centroamérica, Méjico y  Nueva York.

Emilio del Río, SJ

 

Oración desconcertada

A la memoria de mi padre

 

Padre,

este nombre sólo sobre mis labios suena

a mar de amor

perdido

niño

y

lentamente llorado en la memoria
mía.

 

Padre,

palabra que debía manifestarme al Padre

y que perdió su peso de resonancia humana

y quedó casi como

huérfano de sentido

y calor

signo.

 

Padre,

misterio exacto de ignorados términos

sellado sobre un hijo de corazón herido

herido y en espera

entre el cielo

y la

tierra.

 

Padre,

nombre que brota el último del fondo

del pobre corazón, la sangre toda

te nombra y en ti nombra bien

su fuente natural y la

otra más

alta.

 

Padre,

mi corazón del todo sanaría, si entero

pudiera dar tu nombre como se da la vida

en un latido pleno

hecho de amor

sin fondo de

temor.

 

Padre,

por el vacío que me quedó en herencia

sé tu grandeza como en negación,

suspiro y sufren

mis entrañas

aún.

 

Padre,

oh noble imagen desde el fondo más mío

hasta mis labios hoy de pronto

surgido

jazmín, querido

ser, amable

amor.

 

Padre,

mortal, un hombre en oficio de eterno

oh dulce pie y fin y beso y hontanar

del alma, del corazón filial

camino en que Dios llama

a reencontrar

al ser

Ser.

 

Padre,

ya sólo en Dios, en Dios es ya tan solo

donde te encuentro y te amo sin saber

casi más que tu vida y que tu muerte

retornada corriente al tronco

vivo de tu misma

paternidad

el Padre.

 

Padre,

oh Padre Dios, oh Dios, es en tu Hijo

donde mi pecho encuentra cuánto, cuánto

de llanto y queja y corazón

herido, puede

rasgar la

lanza

...

de tu nombre de Padre oscurecido!

 

 Padre,

oh Padre eterno, como a la noche tu hija

y al buen ladrón, sostenme en el abrazo

mismo con que dejabas a tu Hijo

morir en Ti, de soledad

sangrando

solo.

 

 Padre,

sostén mis labios en tu voz y suenen

tus manos limpias de perdón la sombra

con que mi propia sombra cambia

tu rostro lleno

de piedad

oh Dios

mío!

 

Padre,

tu Voz sembrada entre mi voz te nombra

Padre y padre del todo y solo Padre

mío y te quiero y mi cantar

sube como un clamor

de tórtolas y lirios levantados en triunfo

y Tú, yo sé, te inclinas (no sé cómo)

como Padre en amor

total, Dios

mío!

 

Padre,
en este beso del corazón me entrego y duermo
Me duermo en Ti... Despierta mi plegaria
desconcertadamente te suplica
que infinitos hermanos
descubran en Ti al Padre.
Y que en la tierra abierta ya a tu amor
 los hombres
 renazcan hijos del Amor que los crea...!

Lovaina, 23 de marzo 1961

 

 

 

 

 

 

     Un arco de alegría

 

La  casa estaba ardiendo de silencio

y el Pan dispuesto ya a partir. Un beso

dio en el cántico escrito del Magnificat. 

Los siglos de cenizas le miraban.

Estaba puesta en pie Castilla pura,

respirando azul aire y limpio trigo.

Abrió los brazos, corazón partiendo,

para nombrar a Dios y para darlo.

Hablar de Dios sintiéndole que fluye

desde Sí mismo a todas las cabezas,

cada cabeza un mundo entrecortado.

Aniquilado tiempo devolvía

su libertad al tiempo. Mieses mudas

erguían las cabezas como el trigo

a la lluvia de julio. Se granaba

en profundos latidos la esperanza.

Los tiempos por venir eran abiertos

al aleteo suave, en nido blanco,

donde nace el ser nuevo. Era la siega.

Las hoces se miraban tan brillantes

al sol del Pan, que de rodillas eran

un arco de alegría, como de alas.

La bendición final dio la salida,

y el pueblo andaba por el polvo ciego

alegre, hacia otro llanto y otras horas,

reconocidas ya como del vuelo

que acompaña a la Asunta levantada.

                         Valdanzo, Soria, 1966

 

TÚ YA ESTÁS EN EL AIRE

A mi madre

intocable

               se queda ya en su muerte

sencilla casi azul como el tomillo

o una rama de pino que se quiebra

                                              en el viento

cómo se ha doblegado su olvidada

                                    juventud

como el agua a las piedras la ha pulido

           el tiempo doloroso

y no hay esquina ya no existe el grito

           -una paloma viene sobre el patio

antes de que entre en tromba la luz y el griterío

y ella tan suave y blanca

                                  y gris

avanza el cuello móvil las patas delicadas

eligiendo algún grano una miga una mota

           en el sereno amanecer-

 

se ha ido como el  aire sin un golpe de remo

como la luz se acaba con el día

se ha ido hacia la luz primera

que le dora las manos de sarmiento enlazadas

y esta poquita nieve en las sienes de otoño

qué clara y qué lenta el agua y qué profunda-

           mente retira todo lo vivido

           para dejar la luz desnuda

 

sin tu casa sin suelo sin raíces

           casi como de sueño vivías y esperabas

el momento de Dios

                       sin llave sola

entre los tuyos sola dando el alma

ya casi liberada libre y sola

                       en el fondo de luz

 

en el comienzo de la primavera

se ha agotado el infierno

grandes tajos del hacha

                         sangre y savia

                                    doradas

derramadas cual gritos en la tierra

 

has traspasado el fuego

                                  eres ahora

cristina ya del todo

                         desangrada

           en el tiempo agotado

rota como una nave que en el agua en deriva

suelta todas sus tablas

                         muerta y viva y callada

           silente como un mármol

cerrada

           en el primer fulgor de primavera

caes del lado del adiós y llueve

dulzura

 

te lo llevas

           el corazón entero

                                  la memoria

de tus páginas rojas, de tus lirios

           oh niña todavía

y tu dolor de madre desolada

           todo se va en el aire todo flota

contigo tras la huella de nube de tu esposo

padres del todo ya en la luz sin noche

                                  desciendes

como esta luz sobre la siembra verde

y los callados árboles

 

y te quedas en mí que estoy hablando

                         de ti te quedas viva

pero no en el recuerdo no hay recuerdo

           en la sombra apacible

sonríes donde estás vienes afloras

           a esta callada altura

como una gran nevada sobre el pueblo dormido

o las lluvias de abril al trigo verde

           para ti todo el día

y el paraíso abierto al fin ahora

           en las duras encinas

los negros cuervos de la muerte

y los barrancos solos

miran la primavera del final donde ríes

 

vienes

           ya te retornas

                         ya vuelves la cabeza

hacia tus hijos que penosamente

despertamos de tierra

                         y levantamos

el tallo de un suspiro que sube y que promete

su término de tiempo transmutado

           no tendremos tu cuerpo como era

un cuerpo nuevo una presencia viva

como ya la tenías casi en cuerpo

 

el que resucitó quemó tu boca

                                   y eres sólo

ala de viento que la voz despierta

 

como una peña fiel como un castillo

de piedra que navega todo el cielo

sigues a la palabra que te espera

 

en qué tiempo nos vemos dónde hablamos

a dónde va la voz contigo ahora

qué dulce desatarse

                         las horas

                                              del final

no existe el tiempo ni el espacio

es el viento

                       y yo estoy solo cada ser la rosa

cada latido solo

           todo el amor va solo porque quiere

y no hay amor que no esté libre entero

 

la mañana de luz la noche ahora

           de estar sin ti visible

canta como los pájaros al día

                                  que iremos a vivir

 

y mi palabra queda como un pino

redondo sobre un cerro

                             tan ceñido en tus manos

sin más lágrimas

                            que la ternura de la vid la hora

en que rompen las yemas

                                de esperanza.

                                  (24 de abril, 1975)

 

Tierra de mi raíz

 

Ser de Rosa que siempre llevo dentro,

desde más dentro aún que el centro mío.

Tierra de mi raíz y de mi río

y tierra de la tierra y de su centro.

 

Porque rebosa todo lo que adentro

guardo de Ti, yo mismo desvarío

si no te busco, término del río,

latido fiel del mundo que concentro.

 

Porque todo mi ser está en el tuyo

y flota y siente el mundo tuyo suyo.

Porque el más hondo corazón señala

 

tu mar y mi raíz tu tierra cala.

Porque eres Dios y yo soy hombre solo,

mi ser de rosa te pronuncia en todo.