Aniceto Hinojar Leal (1839-1927)

Publicado el 20 de enero de 2011
Ampliado el 25 de febrero de 2016
Por Salvador Barrio Onrubia

Las ampliaciones corresponden a párrafos anotados con notas bis, ter, quáter,.....


Este articulo está publicado en , IIª época, nº 70, Soria, Otoño de 2010,  págs. 41-70

Presentación

Vamos a emprender la biografía de un ilustre soriano que, incomprensiblemente, ha estado olvidado, a pesar de lo mucho que representó, cuando vivía, en varios sectores de la vida cultural, política, económica, profesional, etc. de la ciudad y de la provincia de Soria.

Aniceto Hinojar Leal

Este artículo no está escrito por una persona perita en estas labores y, por lo tanto, sin la habilidad, destreza y tiempo necesarios para realizar esta labor. Para quien esto escribe, el principal motivo para dar a conocer estos datos es rescatar del olvido al personaje que se pretende biografiar, y  además tiene la convicción de que el potencial éxito final, a pesar de los posibles errores, será debido, sobre todo, a la ilusión, el tesón y la dedicación que ha puesto en realizar esta labor; y también gracias a la ayuda y colaboración desinteresada de bastantes personas. En algunos momentos pudiera pensarse que todo lo que aquí se presenta es una recolección anárquica de noticias que no presentan ninguna cohesión en la argumentación, aunque se ha pretendido establecer un vínculo de los datos recopilados, relativos al protagonista, con la época histórica que le correspondió vivir y con el medio geográfico en donde se desarrollaron los hechos. En cualquier caso, deseamos que sirvan las referencias aquí publicadas como punto de partida para otros escritos de mayor enjundia. Empezamos.

Su vida

Aniceto Hinojar Leal viene al mundo en la villa de Velamazán el 16 de abril de 1839, a las once y tres cuartos de la noche, y es bautizado dos días después en la iglesia parroquial de la Santa Cruz de dicha localidad. Fue el hijo primogénito del matrimonio formado por Bernardino Hinojar y Benita Leal;  a continuación se ofrecen, en forma de ficha y reproducción fotográfica, los datos de la partida de bautismo[1]

Hijo

Padres

Procedencia

Abuelos

Procedencia

Aniceto Hinojar Leal

Bernardino Hinojar Arroyuelo

Aldea de San Esteban

Francisco Hinojar

Aldea de San Esteban

Eusebia Arroyuelo

Santa María Ribarredonda (Burgos)

Benita Leal Ruiz

El Cubo de la Solana

Ginés Leal[2]

Rejas de San Esteban

María Ruiz

Alcubilla del Marqués

Padrinos

Testigos

Sacerdote

Ginés Leal(abuelo materno)

María Antonia Colás (hermana del sacerdote)

Serafín Jaure

Emeterio Baquero

Lorenzo Colás[3]

 

Partida de Bautismo de Aniceto Hinojar Leal.

 

Cuando tenía 2 ó 3 años sus padres se desplazan, y lógicamente él también con ellos, a Quintana Redonda[4] donde su padre seguirá ejerciendo su profesión de médico hasta la jubilación, que le llegaría después de más de medio siglo de trabajo, y donde morirá mediado el año 1898.

 

Es de suponer que aprendería sus primeras letras en la única escuela de instrucción primaria de Quintana Redonda[5], siendo reforzada esta enseñanza por el adiestramiento que recibiese de sus padres. Fue alumno del Instituto Provincial de Segunda Enseñanza de Soria desde el año 1849 en que se matriculó en el primer curso de Secundaria y concluyó estos estudios el año 1855[6]. Sabemos que se licenció en Medicina en la Universidad Central de Madrid el domingo 30 de junio del año 1861[7], siendo investido en solemne ceremonia[8]. Mientras estuvo estudiando, trabajó como practicante en el Hospital de Jesús Nazareno desde el 20 de agosto de 1859[9].

 

Parece que empezó a aplicar sus conocimientos médicos aprendidos en dicha universidad en un pueblo de la provincia de Segovia, cuyo nombre desconocemos de momento,  durante un corto periodo de tiempo[10]. Posteriormente es posible que estuviese destinado en Piquera, el pueblo de procedencia (aunque no de nacimiento) de su padre. Esta estancia en Piquera debió ser antes de 1865 pues este año ya está ejerciendo en este pueblo el médico Mariano Redondo Heras y encontramos a nuestro protagonista residiendo y medicando en el pueblo natal de su madre, El Cubo de la Solana, en la calle del Medio, número 30[11]. Durante los años 1863 y 1866 solicitó concursar a unas plazas de ayudantes médicos del Cuerpo de Sanidad Militar, pero no llegó a presentarse a los ejercicios[11bis].

En El Cubo de la Solana estuvo trabajando durante algunos años y al menos nació una de sus hijas, Benita (bautizada con el nombre de Tomasa Benita) el año de 1872[12]. En este pueblo parece que tuvo algunas diferencias con el ayuntamiento por discrepancias en las cantidades de los emolumentos que debía percibir. Este percance llegó, por denuncia de Aniceto Hinojar del año 1872, hasta la Diputación Provincial[13], argumentando el ayuntamiento de El Cubo de la Solana, a su vez, que el doctor Hinojar tenía alguna deuda con ese pueblo[14]. Este conflicto seguía latente cuatro años después de la denuncia inicial y sabemos que el doctor reclamaba honorarios por asistencia facultativa a pobres y reconocimientos de quintos; la Comisión Provincial requería a ese ayuntamiento que abonase las deudas, sin perjuicio de poder reclamar posteriormente al señor Hinojar lo que considerase conveniente[15].

No sabemos exactamente cuando fija su residencia en la capital de la provincia, pero hemos constatado que ya vivía en la ciudad de Soria el año 1874[16]. Hemos podido precisar más y constatar que ya estaba en Soria el año 1873[16bis].  Primeramente ejercería su profesión por libre, sin depender de ninguna institución, y al mismo tiempo realizó labores políticas con bastante dedicación, como se verá posteriormente. Muy pronto, en el año 1877, se comprometía con la Diputación provincial y su Hospital Provincial de Beneficencia, primeramente de forma interina[17], por fallecimiento del médico Anacleto Ruiz de Almarza. Poco después, el 3 de noviembre de 1878, salía a concurso[18] esa plaza que ocupaba interinamente y fue asignada a nuestro protagonista[19].

Estuvo casado con  Teresa González Martín con quien tuvo dos hijas:

Como nota anecdótica diremos que en los años adolescentes de sus hijas también hubo en el domicilio familiar una joven perra amastinada de color negro, excepto el pecho y el vientre que eran de color blanco, que se extravió y por la que don Aniceto ofreció una recompensa a quien la encontrase, según anuncio publicado en el Boletín Oficial de la Provincia[22]. 

Para sus desplazamientos por la ciudad solía moverse en un coche tirado por dos caballos enanos, una estampa bastante simpática en aquellos años que quedó plasmada en un dibujo de Villanueva[23], con el vehículo apostado a la puerta del hospital. El coche de Hinojar estaba incluido en el padrón de carruajes de lujo[23bis]. Una vez que estaban viajando (el doctor, su hija Benita y su nieta María)  en ese coche en la carretera de Garray,  unos individuos consiguieron espantar a esos caballos con el ruido de una motocicleta, y pudieron provocar un grave accidente pero quiso el destino que la gravedad se quedase en poco más que un susto[23ter].

Dibujo de Villanueva mostrando el coche en el que se desplazaba Aniceto Hinojar, ubicado en la puerta del Hospital.

En la ciudad de Soria estuvo viviendo hasta el final de sus días, exceptuando algunas temporadas que disfrutaba sus vacaciones en algún balneario riojano[24] o aragonés[25], o que comprobaba el devenir de sus negocios de fuera de la ciudad de Soria, principalmente en Piquera de San Esteban.

Su esposa Teresa murió el 4 de septiembre de 1919[26] y él se quedó viviendo en compañía de su hija Benita, siendo visitados muy a menudo por su nieta María. Pocos años antes, en mayo de 1913, había muerto la hermana de Teresa: Antonia González[26bis].

Ocho años después de la muerte de su esposa, también la parca visitaba a nuestro protagonista produciéndose el óbito el 27 de septiembre de 1927[27] a consecuencia de senectud, como indica su acta de defunción[28], aunque en realidad estaba sufriendo un cáncer de vejiga[29].

Una de las esquelas que se publicaron en los periódicos sorianos con motivo de su muerte.

Hinojar y la Medicina

Ya hemos visto en el apartado de su vida que inició el ejercicio de la Medicina durante cortos periodos de tiempo en un pueblo segoviano y en algunas localidades sorianas. Nos vamos a centrar ahora en la labor médica que realizó posteriormente, durante el resto de su vida, en la ciudad de Soria.

En la década de 1870 le tenemos residiendo en la capital soriana. Empezaría a realizar su labor profesional desde su consulta privada, que mantendría hasta casi el final de su vida. Unos pocos años después de su llegada a Soria se vinculó con el Hospital Provincial, siendo primeramente médico interino, y después titular hasta poco antes de morir. Su consulta privada gozaría de gran prestigio, pero no la hemos visto anunciada en ningún periódico de los muchos que hemos consultado, correspondientes a los muchos años que hemos revisado de prensa de la época, sucedería porque no necesitaba de la publicidad para que le conociesen. Sí que hemos constatado que era médico de cabecera de ciertas personas[30]; e incluso que realizó con éxito, en compañía de otros doctores, una operación de pleuresía[31]. También realizó una operación de unos infartos escrofulosos a la hermana de un indiano[31bis]. En otra ocasión, y en compañía de su colega Iñiguez,  tuvo que amputar el muslo por el tercio medio a un paciente de Noviercas que padecía un tumor osteo-sarcoma[31ter]. Curó de una dislocación al hijo homónimo del celebre abogado Mariano Granados[31quater]. Siguiendo con esa variedad en sus intervenciones médicas, vemos que operó de un cáncer de piel al veterinario de Garray, Rufino López Ruiz, que al final moriría por esta dolencia y que, al parecer tenía bastante amistad con la familia Hinor[31quinquies]

Su labor en el Hospital Provincial de Beneficencia

En la época que ingresó nuestro protagonista en este hospital ya se había producido una importante evolución en la organización y el funcionamiento del mismo y también en el trato a los enfermos, desde aquel hospital con reminiscencias medievales, que era regido por una cofradía, mantenido con fondos económicos procedentes de la caridad cristiana y que se prolongó con estas peculiaridades hasta los inicios del siglo XIX. Para conocer cómo era el hospital durante el período que estamos comentando y, sobre todo, cómo funcionaba, se puede consultar un interesante artículo escrito por Magdalena Santo Tomás[32].

Aún cuando el archivo de este hospital no está actualmente operativo para efectuar consultas, vamos a indicar otros datos recogidos en distintos medios relativos a los años de estancia de Aniceto Hinojar en esta institución.

Ya hemos indicado que ingresó como médico interino en el año 1877, aunque unos años antes se había presentado a unas oposiciones para ingresar en este hospital, oposiciones que aprobó y fue puesto en el tercer puesto de la terna que presentó el tribunal examinador. Este dato lo encontramos en un anuncio que publicó la Junta Provincial de la Sanidad para dar a conocer a los tres candidatos admitidos para adjudicar las plazas de dos médicos-cirujanos para la villa de Ágreda[33]. Por cierto, vamos a ver la definición que de estos profesionales ofrecía un periódico, dirigido a los practicantes españoles de finales del siglo XIX, que estaba radicado en el pueblo soriano de Arévalo de la Sierra[34].

Hoy los Doctores sólo se diferencian en sus facultades de los Licenciados, en que aquellos pueden aspirar a desempeñar Cátedras en las Universidades, y estos últimos no.

Médico-Cirujanos .- Son los facultativos que han hecho por completo los estudios de las ciencias médicas y recibido el título académico necesario para ejercer la Medicina y la Cirugía en toda su extensión. La mayoría de los actuales profesores tienen el título de Médico-Cirujano, porque hace años que ambas facultades se estudian unidas.

Esto constituye grandes ventajas sobre el sistema antiguo porque de este modo un solo facultativo atiende todas las atenciones sanitarias de los pueblos que no pueden tener  más que un Médico, y con un Practicante (si así lo hicieran) se llenan hoy todos los servicios.

 

Hospital Provincial de Beneficencia en el siglo XX

De sus primeros años de ejercicio en el hospital tenemos noticias de un conflicto curioso, en compañía de su compañero cirujano, con el farmacéutico que abastecía a dicho establecimiento: los doctores exigían del farmacéutico el suministro de vino y coñac añejos cuando lo requiriesen sus prescripciones médicas y el boticario no estaba dispuesto a ello. Hoy habría sido un escándalo, pero en aquellos días se solucionó con un arbitraje por parte de la Comisión Provincial y de la Diputación[35]. También tenemos una queja de nuestro protagonista, ante esa comisión, denunciando al suministrador del pan, por la mala calidad y elaboración del que abastecía al hospital[36].

Al estar ejerciendo sus funciones en un centro dependiente de la Diputación Provincial, bastantes de las decisiones de la Comisión Provincial afectaban al desarrollo de la labor del doctor Hinojar[37], como:

Es curioso que aparezcan, con bastante frecuencia, en las actas de la Comisión Provincial referencias a certificados de demencia, expedidos por los doctores del hospital, relativos a pacientes acogidos en el establecimiento, sobre todo en la década de 1880. También hemos constatado la petición al doctor Hinojar, por parte de la Comisión, de que indagase sobre la enfermedad que causó la muerte de una expósita del Hospicio de la ciudad[39].

Aunque en bastantes sitios se dice que era el director del Hospital, lo fue muy tardíamente, ya que era un cargo que no existía como tal. En realidad la dirección del hospital estaba asignada a la superiora de las Hermanas de la Caridad[40], que efectuaban las labores de enfermería en dicho establecimiento y eran quienes estaban al frente del hospital durante día y noche. Hemos encontrado la cita de director del Hospital referida a nuestro médico en la última licencia de tres meses que se le concedió[41] y en el momento de su jubilación[42]. A partir de ese momento parece que se institucionalizó el cargo de director médico. La verdad es que en un establecimiento que contaba con dos únicos profesionales se necesitaba muy poca dirección en lo referente a los actos médicos: se solucionaba todo con la mejor predisposición de los doctores, y en caso de alguna discrepancia suponemos que prevalecería la mayor experiencia del doctor Hinojar.

Fue jubilado en junio de 1925 y la Diputación en agradecimiento de sus “meritísimos servicios” y “mostrándole su gratitud” acordó nombrarle “Decano honorario del cuerpo médico de la beneficencia provincial” y con la jubilación otorgarle las cuatro quintas partes del sueldo que percibía cuando estaba en activo[43]. Unos meses antes, había acordado la Diputación nombrar un médico supernumerario, sin sueldo, para que estuviese a las órdenes del doctor Hinojar[44]. La designación de ese médico se debería al delicado estado de salud de Aniceto Hinojar[45], desde tres semanas antes de ese nombramiento; una semana y pico después de enfermar nuestro doctor, vino desde Madrid su sobrino Adolfo acompañado de un especialista de la dolencia que padecía[46] y casi tres semanas después parece que había mejorado muchísimo[47]. Pero vemos que el mes anterior a jubilarse ingresó en una clínica madrileña para procurar la curación del achaque que le aquejaba[48].

Epidemias

Hay que hacer constar antes de nada que en aquellos tiempos en que vivió nuestro protagonista eran desconocidos por la inmensa mayoría de la población los procedimientos más elementales para poder atajar y acotar las enfermedades contagiosas, como sucedió en el caso del alcalde de Cidones que envió al Hospital Provincial un enfermo de viruela que podría haber causado la muerte del enfermo y la propagación de la enfermedad en la ciudad de Soria. Esto provocó que el doctor Hinojar denunciase el hecho ante la Comisión Provincial, la cual dio traslado del oficio al Gobernador Civil[49]. Si acaso, el vulgo se guiaba por ideas supersticiosas que en la mayoría de los casos agravaría el problema.

Las principales medidas que tomaban las autoridades para combatir estas catástrofes eran la prevención y la divulgación de normas higiénicas, como algunas que se verán más tarde, o las que se tomaban sin una urgencia manifiestamente evidente. Hinojar escribió en 1897 una Memoria higiénica de Soria, encargada por la Junta Municipal de Sanidad, que fue impresa el año 1902 por la imprenta de Fermín Jodra . También fue publicada como folletín en el periódico La Provincia[49bis]. Esta memoria presentaba:

Ese mismo año de 1897 también se constituyó en Soria una Junta Central de propaganda y organización con miras a un Congreso Internacional de Higiene y Demografía, con una exposición anexa, de la que era vocal el doctor Hinojar y que estaba integrada por el gobernador civil, miembros de las profesiones sanitarias, los máximos responsables de las fuerzas de orden público, los ingenieros jefes agrónomo y forestal, algunos diputados provinciales, etc[51].

En todas las profesiones siempre se está aprendiendo algo nuevo, sobre todo en el campo de la Medicina. El doctor Hinojar fue comisionado por la Diputación Provincial para que estudiase en Madrid la preparación y aplicación de un suero antidiftérico. Pronto tuvo la ocasión de aplicar con éxito en un niño malagueño, que se encontraba accidentalmente en Soria, ese remedio medicamentoso[51bis]. Sobre la difteria veremos un librito suyo, en el capítulo de su obra escrita.

Vamos a tratar a continuación los principales incidentes epidemiológicos que sucedieron durante los años de permanencia en el ejercicio de la medicina de nuestro protagonista. Fueron principalmente dos: la epidemia de cólera de 1885 y la de gripe en 1918.

Epidemia de cólera de 1885

Como epidemia de cólera morbo asiático se conocía esta enfermedad. Esta calamidad, que se propagó en España desde el Levante, produjo gran mortandad en la Península. En la provincia de Soria tuvo desigual repercusión, siendo menos escasa en los partidos judiciales de Soria y El Burgo de Osma y bastante más grave en los partidos del Este de la  provincia (por donde había entrado, posiblemente portada por un segador temporero): Ágreda, Almazán y Medinaceli. Fue especialmente grave lo sucedido en la villa de Monteagudo de las Vicarías donde, con una población de 808 habitantes, fueron afectados casi el 90 % de sus vecinos (718), de los que murieron más de una tercera parte (291) de la población total[52].

Para conocer el desarrollo de esta epidemia disponemos de dos fuentes informativas un tanto antagónicas:

El estudio completo sobre las fatales consecuencias en una única localidad, en concreto San Esteban de Gormaz, nos lo ofrece Félix García Palomar con el exhaustivo examen que efectuó en el archivo del juzgado municipal[54].

En algunas provincias se ensayó con bastante éxito la vacuna del médico y microbiólogo doctor Ferrán, pero en Soria se combatió, siguiendo la política seguida por el Ministerio de la Gobernación, con medidas de desinfección, aislamiento y cuarentena de los afectados[55].

Para combatir los peligros que se veían venir a consecuencia de esta epidemia se había nombrado el 18 de junio de ese año la Junta Provincial de Sanidad de la que uno de sus vocales era Aniceto Hinojar[56]. A dos miembros de esta comisión, los médicos del Hospital Provincial: nuestro protagonista y Florencio Blasco, se encargó por parte de la Diputación Provincial[57] la redacción de una “Cartilla Higiénica”, con las recomendaciones sanitarias precisas para prevenir y combatir la enfermedad, y fue publicada como suplemento en el Boletín Oficial de la Provincia de 3 de agosto de 1885[58]. También se nombraron juntas municipales, en todos los pueblos con ayuntamiento, de la que formaban parte: el alcalde, los profesionales sanitarios, y unos vocales nombrados por el Gobernador Civil[59]. Un mes después del nombramiento de la Junta Provincial, y ante las fatales consecuencias de la epidemia, el Gobernador Civil nombró una Comisión Permanente, de la que nuestro médico formaba parte, en virtud de ser Subdelegado de Medicina del Partido de la capital[60].

Hay que señalar que estas juntas provinciales de sanidad no se nombraban únicamente en épocas de urgencias sanitarias, sino que se constituían con cierta regularidad, normalmente cada dos años, y se elegían comisiones permanentes de trabajo entre sus integrantes como la de negocios médicos que presidió don Aniceto en 1897[61].

Hay una relación de las cantidades gastadas en combatir esta epidemia por la Comisión Provincial que ascendieron a 9.585,01 pesetas. Entre los gastos se contabilizan auxilios para las personas afectadas, gastos de los operarios desplazados para realizar enterramientos y fumigaciones, sueldos de médicos y auxiliares desplazados, desinfectantes y un botiquín preparado para nuestro protagonista[62].

 Epidemia de gripe de 1918

Cogió esta gripe a nuestro protagonista con una edad bastante avanzada, 79 años, por lo que era prácticamente imposible su atención directa a los enfermos en los pueblos más afectados por la enfermedad; además nos consta que estaba enfermo[63] y que parece ser que crónicamente esta circunstancia obligaba a la Diputación a concederle licencias para su recuperación[64], aunque un mes antes de lo más grave de la epidemia volvía de unos días de asueto en Alhama de Aragón[65]. La importante labor sanitaria la realizó un sobrino suyo en Langa de Duero, este sobrino se llamaba Fernando Hinojar y Pons y era hijo de su hermano Juan que falleció en 1891 a los 39 años de edad. La temprana muerte de su hermano provocaría que Aniceto se tuviese que preocupar en parte de la formación y educación de sus siete sobrinos huérfanos de padre.

Fernando Hinojar estuvo en Langa de Duero en los días más graves de la epidemia, durante el mes de octubre, cuando llevaba 11 años desde su licenciatura en Medicina[66]. Viajó a esa villa ribereña el domingo 6 de octubre[67] y allí estuvo alrededor de una semana[68]. Al igual que en la epidemia anterior, y relativo en esta ocasión a esta villa, ha realizado Félix García Palomar un amplio y completo estudio[69]. También elaboró otro relativo a un pueblo próximo y muy relacionado con el personaje que estamos tratando, hablamos de Piquera de San Esteban[70].

El Colegio Oficial de Médicos

La primera noticia que tenemos de la voluntad de los médicos sorianos de organizarse va unida, en unión de sus colegas boticarios, a un Congreso Médico-Farmacéutico que se celebraría el 1 de diciembre de 1891 en Madrid. Para preparar este congreso se realizó una reunión preparatoria en los locales del ayuntamiento de Soria convocada por los subdelegados de Medicina (Aniceto Hinojar) y de Farmacia (Bonifacio Monge). La mesa presidencial estuvo formada por: el padre de don Aniceto (Bernardino Hinojar Arroyuelo, como presidente honorario), los dos convocantes  y un secretario. En la reunión se decidió elegir compromisario para representar a los médicos y farmacéuticos sorianos en el citado congreso a Aniceto Hinojar[71].

La colegiación obligatoria de los médicos españoles se produjo como consecuencia de un Real Decreto del Gobierno de don Práxedes Mateo Sagasta, de 12 de abril de 1.898, firmado por la Reina Regente doña María Cristina y refrendado por el Ministro de la Gobernación don Trinitario Ruiz y Capdepón[72]. Los Colegios se constituyeron  reglamentariamente para:

Tan sólo  seis días después de la firma del Real Decreto citado anteriormente ya se hallaba constituido el Colegio Médico de Soria que estaba presidido por el doctor Hinojar, siendo posiblemente el primer colegio en establecerse oficialmente en toda España. No obstante esta constitución del Colegio se consideró interina y el gobernador civil de la provincia volvió a convocar para el día 22 de enero de 1899 a los profesionales médicos sorianos[73]. El día 26 aparecía publicada en la prensa madrileña la composición de la nueva Junta de Gobierno del Colegio que volvía a presidir nuestro protagonista[74], no sin antes registrarse diversos incidentes en los procesos de elección[75].

Un año después vemos que se reúne el Colegio en la sesión anual reglamentaria en la cual el presidente pronuncia un brillante discurso y el secretario presenta la Memoria anual reglamentaria; esta memoria es elogiada y se decide su impresión y el reparto consiguiente de la misma a todos los colegiados. También se decide el nombramiento de Juntas de Distrito y el uso de sellos o pólizas del Colegio por parte de todos los colegiados en los documentos que realicen en el desarrollo de su trabajo. Asimismo se decide la publicación de un Boletín mensual[76].

Este Colegio, como otros muchos de España, estuvo funcionando con altibajos y a veces sin actividad hasta el año 1917 que se transformó según disposiciones de Real Decreto de 15 de abril de ese año. En la sesión de constitución, que se celebró el día 30 de junio en los salones de la Diputación Provincial, estuvo formando parte de la mesa presidencial nuestro protagonista, como médico de más edad y representando al distrito de la capital de la provincia[77].

Fue durante esta época cuando el Colegio se decidió a editar un boletín mensual que compartió durante algunos meses con otros colectivos sanitarios provinciales: el Colegio de Veterinarios y el Colegio de Farmacéuticos. El boletín se tituló Numancia Sanitaria.

Cabecera del primer número publicado de Numancia Sanitaria.

Gracias a este boletín conocemos muchos de los detalles que generaba la colectividad médica de la provincia de Soria: cuotas que satisfacían los colegiados, convocatorias de juntas, divulgación de artículos relacionados con la ciencia médica, exposición de problemas corporativos, etc.

Durante estos años tenemos a nuestro protagonista representando a su compañero Lázaro Garcés que había tenido un incidente con otro médico, Valentín R. Guisande, que era representado por su compañero Moisés de Benito Marín. La disputa se solucionó, retirando los médicos intrigantes las palabras pronunciadas durante el incidente y la publicación del acuerdo de solución del problema en el boletín oficial  del Colegio de Médicos. El incidente se había originado en el mes de mayo de 1920 y fue publicado también el arreglo en toda la prensa provincial[78].

En la Junta General de 20 de enero de 1923 se trató el tema de la dimisión presentada por algunos miembros de la Junta Directiva, y simultáneamente por el resto de miembros de la misma. El doctor  Hinojar invocó la memoria del padre del contador del Colegio Basilio Jiménez para que desistiese de su intención de dimitir, pero éste le agradeció el recuerdo de su padre y se negó a retirar la dimisión presentada debida a diferencias entre los miembros de la Junta Directiva[79].

Al año siguiente, el 9 de julio, tenemos a nuestro protagonista asistiendo a la reunión de la Junta General que parece que no fue tan crispada como en ocasiones anteriores[80].

Por aquellos años fue cuando se confeccionó el Registro de identidad del Colegiado Aniceto Hinojar Leal, con la imagen fotográfica de nuestro protagonista, que es la única que hemos podido obtener.

Ficha de Colegiado de Aniceto Hinojar Leal –  Cortesía del Colegio Oficial de Médicos de Soria:  http://www.comsor.es

Con esta colegiación de los médicos también se beneficiaba la Administración de Contribuciones de la Provincia al poder llevar el control de todos ellos y concederles una patente para poder ejercer legalmente su profesión a cambio del pago de una cuota al Tesoro y diversos recargos. El reparto de la cuota de los médicos parece que se realizaba en el Colegio y era asumido sin más por el delegado de Hacienda. En el año 1924 hubo un descontento entre los vocales del Colegio que ocasionó un recurso ante la Sala de lo Contencioso-administrativo de la Audiencia Provincial[81].

Otras ocupaciones médicas ejercidos por Aniceto Hinojar

A parte de los empleos indicados anteriormente, nuestro doctor realizó otras labores directamente relacionadas con su profesión médica, simultaneándolas con las ya citadas, a saber:

Hinojar y la Política

Opinamos que Aniceto Hinojar no se sirvió de la Política para escalar posiciones sociales y ejercer influencia, más bien al contrario, consideró que el ejercicio de la Política era un deber y un servicio para provecho de sus paisanos y así parece que actuó. De hecho, ya había tenido en su familia un tío, hermano de su madre, que ejerció de diputado nacional en el Congreso durante varias legislaturas. Este tío se llamaba Andrés Leal Ruiz, había nacido en Alcubilla del Marqués, estudió en la Universidad de Santa Catalina de El Burgo de Osma[101] y fue también profesor en las universidades de Alcalá de Henares y Central de Madrid.

En las esquelas y notas necrológicas que se publicaron el día de su muerte, y posteriores, se indica que fue Diputado Provincial y Alcalde de la Ciudad de Soria[102]. Del segundo nombramiento no hemos encontrado ninguna reseña en otras fuentes, aunque no dudamos de la veracidad del dato y presumimos que ocuparía este cargo durante un corto periodo de tiempo, posiblemente como alcalde accidental.

Del cargo de diputado provincial no hemos encontrado información en estudios tan importantes como la Historia de la Diputación Provincial de Soria[103], pero sí que hemos constatado en las fuentes primarias que verdaderamente ocupó dicho cargo. 

La Diputación Provincial - Dibujo de la época recogido en el número 18 de Revista de Soria (Primera Época)

Empezó a realizar sus labores representando al distrito de Valdemaluque el día 21 de abril de 1876 (en la época final de transición desde la I República hasta la Restauración Monárquica con Alfonso XII) y ejerció como uno de los secretarios de esta institución. En la sesión de ese mismo día resultó elegido para formar parte de la comisión de Presupuestos. Para obtener esta representación de diputado provincial no acudió a ningunos comicios sino que fue nombrado por S. M. el rey Alfonso XII[104], según comunicación que efectuó el Gobernador Civil. Tres días después de tomar posesión del cargo se procedió a la lectura y discusión de los presupuestos del ejercicio 1876-1877, y aquí es donde encontramos el primer discurso de Aniceto Hinojar[105]:

Señores Diputados: Al levantar mi humilde  voz en este sitio donde tantas veces ha resonado la mágica, la elocuente,  la autorizada palabra de hombres ilustrados, confieso francamente que nunca como ahora he conocido mi pequeñez, jamás ha experimentado mi ánimo, tan intensa perturbación. El peso enorme que sobre mí gravita después de aceptar el honroso e inmerecido cargo de Diputado, abruma mi inteligencia dejando sólo libre mi memoria para reconocer mi insuficiencia. Fuérame grato estar adornado de los requisitos que no tengo para formar parte integrante de la Corporación Excma. que tiene la fortuna de contar en su seno personas de notoria ilustración y no escasos conocimientos. Por desgracia mía, de todos los individuos que la constituyen soy el más inexperto, sin experiencia ni hábito en esta clase de lides, que deberían estar reservadas a la erudición y al talento, por suscitarse, agitarse y resolverse en ellas problemas arduos y complejos; sin condiciones, en una palabra, para cooperar a la patriótica tarea que os habéis impuesto, forzosamente ha de ser una rémora constante en vuestros trabajos, necesariamente dejaré inmensos vacíos, que espero llenar con vuestra proverbial benevolencia y excesiva tolerancia.

El estado general de la provincia ¿es tan próspero, es tan satisfactorio que nos  permita, ni aun siquiera por un momento, desatender sus perentorias necesidades? No señores: si tendéis la vista de Norte a Sur, de Oriente a Occidente, sólo veréis lágrimas, luto y miseria.

Los desaciertos, las debilidades y condescendencias de ciertos gobiernos contribuyeron a levantar de una manera imponente las yertas cenizas de un cadáver; y a la resurrección de este cuerpo inanimado sucedió la guerra civil con todas sus funestas consecuencias. Para terminar una lucha fraticida que nos ha denigrado y empobrecido, necesario ha sido el apoyo material y moral de nuestro augusto y legítimo Monarca  D. Alfonso XII (Q.D.G.), la abnegación,  los sufrimientos y el valor de nuestros soldados, la pericia y bizarría de nuestros Generales, y el auxilio poderoso, el esfuerzo heroico de un gran pueblo, de la Nación en masa. Sí, señores, todas las provincias, a excepción de las refractarias a toda idea de progreso, han contribuido con  su grande o pequeño óbolo a la pacificación de España; todos sabéis mejor que yo que la de Soria ha satisfecho toda clase de impuestos, ha sufrido con la mayor  resignación todas las cargas: se le ha exigido en  distintas ocasiones la sangre preciosa de sus hijos, y, con tanta docilidad como generoso desprendimiento, ha entregado los correspondientes cupos con una exactitud sin ejemplo.

Pues bien, si la lucha ha terminado después de derramar torrentes de sangre, después de haber regresado a sus hogares hermanos horriblemente mutilados, si no podemos contar con una gran parte de la juventud floreciente que ha sucumbido gloriosamente en el campo de batalla; si la situación de la provincia es muy triste y precaria porque las redenciones de quintos han arruinado a muchas familias y muchos pueblos han visto con pesar mermadas en estos últimos años  las cosechas; si, finalmente,  y para concluir,  por todas partes nos rodea la miseria más espantosa ¿es licito y lógico que pidamos nuevas exacciones al atribulado contribuyente? Señores Diputados: si aspiráis a merecer bien de la provincia; si no miráis con indiferencia sus más apremiantes necesidades; si queréis perpetuar vuestra memoria; si deseáis evitar que se cebe en vuestra moralidad y rectitud acrisolada el lápiz rojo de la opinión pública; si no pretendéis imitar la impetuosa nave que surca las olas del Océano, no dejando jamás huellas de su paso, sacudid la apatía, despertad del letargo, y establezcamos economías sin que se resienta la administración y el buen servicio, que son las bien entendidas.

En la presentación y discusión de los presupuestos se aprecia la actitud de don Aniceto de pretender que los gastos corrientes no aumenten con decisiones como:

Se proponía y aprobaba el aumento en un 25 % de las dietas que venía cobrando el Inspector (creemos que es el de Enseñanza Primaria), que les venía impuesto desde el Ministerio de Fomento.

Finalmente se procedió a votar los presupuestos con un déficit de 265.208,84 pesetas, después de todos los recortes efectuados.

Posteriormente el Sr. Hinojar expresó el abandono en el que entendía que se hallaba la educación moral y política de la mujer en la provincia, y la propuesta, para corregir ese abandono, de establecer en el Hospicio una escuela de niñas; un tema en el que insistió, como se aprecia en su discurso de la sesión del día siguiente[106]

Sres. Diputados: Deseo se consigne cuanto sobre el asunto que voy a ampliar diga, porque no quiero que mi palabra, aunque sea humilde, se ahogue en esta atmósfera enrarecida, sino que se difunda, circule y hasta pierda por todos los ámbitos de la provincia.

Entre los deberes que sobre nosotros pesan, figura uno, cual es el de fomentar la enseñanza, entendiéndose por esto enaltecerla y facilitarla, sin que nos sea lícito ni permitido violar establecimientos privados o públicos, cuya creación e inspección  sea de la competencia exclusiva de ciertos particulares o de Corporaciones municipales.

Pues bien; ayer se aprobó la reinstalación del Colegio de internos, de un establecimiento que satisface las exigencias de ciertos padres, que viviendo fuera de la capital de la provincia, quieren que sus hijos, a quienes con dolor pierden de vista, estén recogidos, sean atendidos y vigilados para que, aprovechando bien el tiempo, no sean estériles sus esfuerzos. ¿Han de ser de peor condición las hijas? En nombre de estos padres yo defenderé sus derechos, pues tan acreedores son unos como otros a que se les atienda en sus justas demandas, porque todos contribuyen a levantar las cargas del Estado.

Hay una grandísima ventaja  en pro de la proposición que sostengo. Para la  apertura del Colegio de internos hemos votado un crédito de 1.500 pesetas, y forzosamente ha de renovarse anualmente si ha de ser viable; para la creación de una escuela ó enseñanza de niñas dirigida por una Hermana de la Caridad, sólo se necesita habilitar un local que la fortuna nos tiene deparado en la Casa-Hospicio de esta capital, y que con mil y tantas pesetas a que próximamente ascenderían los gastos que el arreglo origine, habremos realizado el pensamiento y satisfecho un deseo que reclama la opinión pública. El estipendio que deban satisfacer las educandas habría de producir no solamente para satisfacer el sueldo de la Directora, sino que dejaría un sobrante que indemnizaría en dos años el anticipo de los fondos provinciales.

Los padres de familia con residencia en esta población no sólo verían con gusto sino que recibirían con aplauso y hasta nos felicitarían si llevásemos a cabo esta reforma que demanda la equidad, la justicia y nuestra consecuencia. He dicho.

Después de la discusión de esta propuesta del señor Hinojar, se procedió a su votación y salió rechazada. En esta misma sesión se nombró a nuestro protagonista como integrante de la Comisión Provincial en representación del partido judicial de El Burgo.

Unas semanas después, en una sesión de la Comisión Provincial, se nombró al señor Hinojar, para realizar una visita al Hospital de Ágreda, en compañía del presidente de esa comisión, Sr. Fuertes, y del Contador de fondos provinciales, con el encargo del estudio sobre el terreno del posible desmantelamiento de dicho hospital, citado anteriormente[107].

No pudo asistir a una sesión extraordinaria de la Diputación celebrada el día 17 de julio de ese año, por asuntos urgentes o hallarse enfermo, no se especifica[108]. Hemos visto anotada su presencia en alguna de las sesiones que celebró la Comisión Provincial en los meses de octubre y noviembre de ese año[109].

Volvió a reunirse de nuevo el Pleno de la Diputación, esta vez en sesión ordinaria, el día 10 de noviembre y el Sr. Hinojar ya no figura como secretario. Hinojar, en compañía de Francisco Cubilla y Anselmo Latorre, solicita la aprobación del proyecto de la carretera que partiendo del puente sobre el río Duero en San Esteban de Gormaz se dirija hasta la provincia de Segovia con un trayecto de dos leguas escasas. No se discutió la proposición por indicar el Presidente que la sesión no estaba dedicada a asuntos, sino a inaugurar aquella sesión.  Pero al día siguiente el Sr. Hinojar volvió a insistir y pidió que se solicitase con urgencia al Gobernador Civil el expediente sobre caminos vecinales, en lo que estuvo conforme la Corporación[110]. Un día después volvió a tratar sobre este mismo tema pronunciando el siguiente discurso[111]:

Sres. Diputados: Ha llegado para mí el anhelado momento. Al tratar de apoyar y sostener la proposición que tengo el honor de someter a vuestra deliberación, debo hacerlo con temor y desconfianza, porque siendo uno de los últimos en edad, e indudablemente en ilustración y merecimientos, aún suponiendo que me encontrara en esos instantes de feliz inspiración en que las materias más áridas son sencillas y fáciles al hombre, no podré llenar con acierto mi cometido por envolver el asunto de que voy a ocuparme importancia suma. Pero cumplo con mi deber; mi palabra, siempre humildísima, es el debilitado eco de las justas demandas de mis representados, y esta sola consideración creo baste para que me otorguéis la indulgencia que, usando de vuestra bondad, en otro tiempo me dispensasteis, y por lo cual aprovecho esta ocasión para tributaros mi  profundo reconocimiento.

Uno de los medios más eficaces de progreso, bajo todos aspectos, es el  aumento y facilidad de las comunicaciones: es un elemento de prosperidad y de cultura: las obras de esta especie son las más agradecidas por los municipios, que reciben directamente el beneficio de ellas, en ellas ven provechosamente invertido el fruto de sus sacrificios, y por ellas cooperan con gusto a  los esfuerzos de la Corporación superior y protectora.

Las vías de comunicación son de incontrastable utilidad general, venero inagotable de riqueza  pública; y, aunque por su entidad necesitan un esfuerzo colectivo para realizarse, el hombre las impulsa con placer singular, pues por ellas se promete que todos los conocimientos en los diferentes ramos del saber se difundan con una celeridad admirable; que las relaciones sociales se estrechen; que las transacciones mercantiles se sucedan sin interrupción; que el dinero, ese agente poderoso de nuestra actividad, circule lo bueno, lo bello, es saludado y acogido con frenético entusiasmo. La agitación se reproduce en todas las esferas; y aquella zona más o menos difusa, aquella miserable aldea que vivía en la oscuridad inspirándoos compasión por su idiotismo é ignorancia, merced al cambio operado en sus costumbres, modificadas después de haberla sacado del aislamiento, hoy la contempláis regenerada, culta y floreciente: su comercio, su industria, sus capitales se han multiplicado adquiriendo inmensas proporciones.

Pues bien, Sres. Diputados; si en tesis general son aceptables las vías de comunicación; si razones políticas, sociales y económicas deben estimular a su facilidad y aumento, ¿podréis negarme la importancia del proyecto a que rindo culto y apadrino? Dos provincias que confinan tratan de unirse: la nuestra con la vecina de Segovia; y para conseguirlo celebraron un pacto: la última ha terminado sus trabajos; la de Soria (meditad sobre el contraste) aún no ha dado principio a los suyos. Nuestra dignidad y decoro están interesados en concluirlos, sin que sea obstáculo la escasez de fondos con que en la actualidad luchamos; porque resultando créditos á favor de la provincia, que representan elevados guarismos, estamos en la imperiosa obligación de hacerlos efectivos, y una vez conseguido este bello ideal, podremos atender con desahogo a los gastos que esta clase de obras nos originen.

Los intereses de la localidad que en este augusto recinto represento están lastimados y resentidos, necesitan que se vigoricen; espero de vuestro ilustrado y recto criterio procurareis remediar los males incalculables que a mis representados afligen. El excedente de sus cereales, el sobrante de sus vinos, que es casi el principal producto de la localidad, están estancados por falta de expeditas comunicaciones; y siendo la provincia de Segovia la única de las colindantes donde la vid no se cultiva, debemos facilitar su salida y exportación, construyendo el trozo de carretera de que hago mención en la proposición que he suscrito, y que, abierto al publico, nos pondría en comunicación, más o menos directa o inmediata, con las provincias de Guadalajara, Madrid y Segovia, extrayendo por esa vía nueva las maderas de nuestros pinares, con economía de tiempo y de trabajo y hasta aumento de su estimación.

Réstame  aseguraros que al molestar vuestra atención sobre asunto de interés tan vital, no me ha guiado interés mezquino ni egoísta al que jamás obedezco ni estoy subordinado. Quiero para mi  provincia lo que para mi patria amada: que luzcan días de felicidad y de ventura; deseo que entre en el concierto común, que salga del lamentable estado de postración y abatimiento en que desgraciadamente está sumida, debido en gran parte a la apatía,  a la indiferencia de muchos de sus representantes. He dicho.

En esta sesión también se discutió una propuesta del Director del Instituto pidiendo la nivelación de los sueldos de los profesores; propuesta que fue votada a favor por el Sr. Hinojar,  pero que fue rechazada por haber votado una amplia mayoría en contra.

También fue considerada por la Asamblea la conveniencia de gestionar con eficacia ante el Gobierno el adelanto a cuenta de ciertas cantidades que éste debía a la provincia por diversos conceptos, ya que sin el abono de esas cantidades sería prácticamente imposible la construcción de carreteras y caminos vecinales. Para hacer esta gestión se nombró al Presidente, al Sr. Ruiz y al Sr. Hinojar, a quienes se podría unir cualquier diputado que estuviese en Madrid el día que se reuniesen con el Gobierno.

En la Guía Oficial de España de 1877 vemos que figura Aniceto Hinojar como diputado provincial[112] pero solamente fue durante los dos primeros meses. En el mes de marzo hubo elecciones provinciales y se presentó nuestro biografiado para optar al cargo de diputado por el partido de El Burgo y distrito de San Esteban; en dura pugna con el sanestebeño Eladio Peñalba no consiguió el escaño (1.107 votos de Peñalba contra 720 de Hinojar)[113]. En esta elección parece que hubo alguna irregularidad y se llegó incluso a una presentación de un recurso contra la aprobación del acta de Diputado del señor Peñalba por parte de algunos vecinos de San Esteban[114]que no consiguió modificar los resultados en las urnas.

No hemos constatado más actuaciones políticas de Aniceto Hinojar, pero en alguna de las breves reseñas biográficas que se escribieron con motivo de su muerte se indicaba que había sido el jefe de los conservadores en la provincia de Soria[115]. Bastantes años antes (1884) en tiempos de Canovas del Castillo, figuraba como uno de los dos secretarios del Comité liberal conservador de Soria[116]. En 1904 le encontramos en una relación de remitentes de telegramas de felicitación a Antonio Maura por su exitosa intervención parlamentaria “en defensa del derecho y la justicia” [117].

Hinojar y la Cultura

Las manifestaciones culturales han estado siempre relacionadas, y más en tiempos pretéritos, con las elites más pudientes y con las personas que ejercen cierta influencia política. Nuestro protagonista reúne las dos facultades reseñadas y no resulta extraño verlo inmerso en los problemas que la actividad cultural, o la ausencia de ella, generaba en la sociedad soriana de aquellos años.

En Madrid, el 12 de Marzo de 1875, el rey Alfonso XII a propuesta del ministro de Fomento, Manuel de Orovio, nombra a Aniceto Hinojar académico Correspondiente en la provincia de Soria de la Comisión mixta de las Reales Academias de la Historia y de Bellas Artes de San Fernando, organizadora de las Comisiones provinciales de monumentos históricos y artísticos[118]. Estas comisiones trabajaban sin ningún tipo de asignación presupuestaria y funcionaban gracias a la buena voluntad de sus componentes y a algún auxilio que les era otorgado por alguna corporación, como es el caso de la Diputación Provincial en el año 1877[119]; bastantes años después no habían mejorado las cosas y se quejaban los componentes de la Comisión Provincial de Monumentos de la falta de atribuciones y de medios económicos para realizar su labor y de que se veían reducidos a ejercer una labor meramente burocrática[120].

En 1878 le encontramos inscrito como Académico Correspondiente de la Academia de la Historia en la provincia de Soria junto a  Lorenzo Aguirre, Domingo Hevia, José Rodrigo Taracena, Francisco de Paula Abad y Eduardo Peña y Guerra[121].

El año 1882 ya vemos que se encontraba como secretario de la Comisión Provincial de Monumentos cuyo vicepresidente era Lorenzo Aguirre; los vocales que completaban esta comisión eran: Dionisio López de Cerain, Eduardo Peña, Francisco de Paula Abad, Enrique Llasera y Benito Calahorra[122]. Durante aquellos años esta comisión estaba presidida por el Gobernador Civil de la Provincia. Muy pronto vemos una satisfacción para esta comisión, algo que muy pocas veces se volverá a repetir, que es la declaración como monumentos nacionales de las Ruinas de Numancia, la Iglesia de San Juan de Duero y el Ex-convento (entonces) de Santa María de Huerta, con fecha de 25 de agosto de 1882[123].

Conocemos que el doctor Hinojar, el día 28 de junio de 1886, asistió a la apertura y reconocimiento, en el monasterio de Santa María de Huerta, de las urnas que contenían los restos mortales de don Rodrigo Jiménez de Rada (arzobispo de Toledo) y San Martín de Finojosa (tío del anterior, abad en Huerta y obispo de Sigüenza). Al reconocimiento de dichas urnas también asistieron, entre otros: D. Antonio Ochoa, Obispo de Sigüenza; D. Enrique de Aguilera y Gamboa, marqués de Cerralbo y mecenas del acto; D. Vicente de la Fuente, individuo de número de la Real Academia de la Historia, que nos ha dejado la relación en la cual nos hemos informado[124]. En este reportaje, Vicente de la Fuente indica que el señor Hinojar era diputado provincial, cosa que no se concilia con la verdad, pero es muy posible que asistiese al acto en representación de la Diputación Provincial, ya que por su condición de médico dependiente de esa institución tenía amplios conocimientos de anatomía, muy convenientes para la operación que allí se efectuó. Pero la principal justificación que autoriza la presencia en este acto de nuestro protagonista, incluso con la posible compatibilidad expresada en la anterior explicación, es que asistía en calidad de componente de la Comisión Provincial de Monumentos, como así se indica en dicho reportaje.

Fotografía, publicada en Revista de Soria (Primera Época), de un reconocimiento de los restos mortales de Rodrigo Jiménez de Rada en 1907.

Uno de los primeros sinsabores que sufrió esta comisión fue el constatar la destrucción y desaparición de un mosaico romano situado en las inmediaciones del pueblo de Ucero que se había descubierto en 1887 con ocasión de la construcción de la carretera de El Burgo a San Leonardo. Conocemos cómo era este mosaico gracias a la descripción que hizo de él Nicolás Rabal y a un dibujo que realizó Isidro Gil[125]. 

El mosaico de Ucero – Dibujo de Isidro Gil

El año 1889 y posteriores encontramos a Aniceto Hinojar como Académico Correspondiente en la provincia de Soria de la Comisión mixta de las Reales Academias de la Historia y de Bellas Artes de San Fernando, nombrada para la catalogación y conservación de monumentos históricos y artísticos de la provincia de su residencia[126]. Le acompañaban: Lorenzo Aguirre, Francisco de Paula Abad, Eduardo Peña y Guerra, Eladio Peñalva, Elías Romera y Nicolás Rabal Díaz.

Como hemos indicado anteriormente, durante algunos períodos era presidente nato de esta comisión el Gobernador Civil, pero posteriormente se desvinculó de la autoridad política y tenemos a nuestro protagonista presidiendo dicha comisión en la década de 1910. En septiembre de1918 ya le teníamos presidiendo esta comisión de monumentos en calidad de Académico Correspondiente más antiguo[127]. En esta reunión aparece como Secretario de esta comisión Pelayo Artigas Corominas que tuvo bastante amistad con nuestro protagonista según contaba el hijo del primero[127bis].

Tuvo que seguir luchando, al igual que el resto de integrantes de esa comisión de monumentos, contra la destrucción y el abandono de los monumentos y bienes histórico-artísticos en la provincia de Soria. Un caso bien doloroso fue el despojo de las pinturas murales románicas de la ermita de San Baudelio en Casillas de Berlanga. Estas pinturas fueron vendidas por algunos vecinos de Casillas, propietarios de la ermita, al anticuario de origen judío León Levi. Las pinturas murales fueron desprendidas de las paredes de la ermita con un procedimiento pionero en aquellos años efectuado por técnicos italianos: la tecnología consistía en adherir un lienzo a las pinturas y posteriormente extraer el lienzo con las pinturas pegadas al mismo. Como hemos dicho, la ermita era propiedad de varios vecinos de Casillas, pero también estaba declarada Monumento Nacional desde el 24 de agosto de 1917[128], por lo que en teoría gozaba de protección por parte del Estado. Tuvo que intervenir la Justicia, pero como las leyes no estaban muy bien especificadas en lo que afectaba a este problema, los vecinos de Casillas y el señor Levi recibieron una sentencia de sobreseimiento de los hechos dictada por la Audiencia Provincial y la confirmación de la misma por parte del Tribunal Supremo. Al mismo tiempo que se tramitaban las operaciones judiciales, la Comisión Provincial de Monumentos, y el señor Hinojar al frente de ella, aportaba datos ante la Dirección General de Bellas Artes y ante la Real Academia de la Historia para evitar el expolio[129]. Para intentar proteger el Monumento Nacional,  la Comisión Provincial de Monumentos se incautó de la llave de la ermita.  Después de todas las resoluciones judiciales se instó al presidente de la Comisión de Monumentos que devolviese la llave a los vecinos propietarios de la ermita, eso sí, lo hizo indicando al guardia del monumento la calidad de la custodia que tenía encomendada y su obligación de protegerla[130].

Veamos algunas de esas pinturas y dónde se encuentran actualmente.

Entrada en Jerusalén en el Museo de Arte de Indianápolis.

 

Halconero en el Museo de Arte de Cincinnati.

 

Curación de un ciego y resurrección de Lázaro en el Museo de Nueva York.

 

Restos de una pintura en la Ermita de San Baudelio.

Por aquellos mismos años, hubo otro incidente con los mismos protagonistas, si cambiamos a los vecinos de Casillas por los hermanos constructores de El Burgo de Osma Miguel y Blas Barral, y acabó de la misma forma, sin duda, influenciado por la resolución del caso anterior. Se trata de la demolición de la antigua iglesia de San Esteban, en San Esteban de Gormaz. Dicha iglesia estaba situada en, y dejó el solar que actualmente ocupa, la actual Placituela de dicha villa. Debido a que el edificio estaba en ruinas, el obispo de la diócesis dio permiso al ayuntamiento de San Esteban para su demolición y aprovechamiento de los materiales resultantes, a cambio de la construcción de una torre en la parroquia, que carecía de ella, y era donde se celebraban las funciones religiosas (es la actual iglesia de San Esteban Protomártir, también conocida por el Convento, por pertenecer y estar adosada al antiguo convento de San Francisco de esta localidad).

Dibujo de Isidro Gil (año 1888) en el que se destaca la Iglesia de San Esteban. A su derecha, comparación  de la espadaña-torre de la iglesia primitiva y la reconstrucción actual, en la iglesia del “Convento”. 

El ayuntamiento encargó del derribo y construcción de la torre a los citados constructores y estos, a su vez, estuvieron en contacto con el susodicho León Levi que les compró una parte de las piedras a las que tenían derecho según el contrato firmado, como parte del pago de sus honorarios. En la bóveda del ábside había unas pinturas murales románicas que parece ser que se destruyeron con la demolición, aunque hubo denuncias por la venta de esas pinturas por parte de los hermanos Barral al señor Levi. Es de suponer que León Levi no dispusiese de las pinturas pues no se podían desprender utilizando el método que se había empleado en San Baudelio. Hubo diligencias administrativas sobre el asunto que hicieron que se retuviesen  las piedras compradas por el anticuario en una estación de ferrocarril de Cataluña y que éste, ante tantos inconvenientes, las dejase abandonadas. Posteriormente fueron compradas e instaladas en una finca particular, propiedad de Cayetano Vilella, ubicada en la localidad de Camprodón (Gerona). Las piedras pertenecían a dovelas de una puerta, una ventana y varios canecillos.

Para evitar este expolio hubo varias reuniones de la Comisión Provincial de Monumentos, reunidos casi todas las veces bajo la presidencia del señor Hinojar, durante los años 1922, 1923 y 1924; las reuniones se celebraron en las primeras ocasiones en los locales del Instituto y posteriormente en el Museo Numantino[131].

A pesar de esas frustraciones, también tuvo el placer de estar al frente de esta comisión de monumentos cuando se gestionaron otros temas, no tan desagradables, como la petición a la Real Academia de la Historia de la declaración del claustro románico de la actual con-catedral de San Pedro y la iglesia de San Juan de Rabanera como Monumentos Nacionales y la posterior aprobación por parte del Gobierno de esas declaraciones[132].

Claustro de la antigua Colegiata de San Pedro - Dibujo de Salví

Iglesia de San Juan de Rabanera – Dibujo de Villanueva

Entre las competencias que ejerció esta comisión de monumentos se cuenta también la recuperación del traje regional soriano, y otros proyectos etnográficos, gracias principalmente al empeño que mostró el vocal José Tudela de la Orden[133].

El señor Hinojar estuvo dedicado a esta Presidencia de la Comisión de Monumentos hasta el final de sus días, buena muestra de ello es una comunicación recibida por la Comisión Provincial, un mes antes de morir, en la que el presidente de la comisión de monumentos agradecía a la corporación provincial la atención y el apoyo que ésta prestaba para el desenvolvimiento del Museo[134].

Hinojar y los negocios

A parte de su labor principal, que era  el ejercicio de la Medicina que le ocupaba la mayor parte de su tiempo, y de otras que ya hemos visto, Aniceto Hinojar disponía de propiedades y negocios a los que también tenía que dedicar su atención.

En el año 1875 le vemos en una relación de los 20 mayores contribuyentes por contribución industrial de la provincia de Soria, Hinojar ocupaba el número 14 con una contribución pagada al Tesoro de 285 pesetas[135]. En 1920 y 1921 también le encontramos en unas listas de compromisarios para la elección de senadores por Soria, él estaba incluido entre los mayores contribuyentes[136].

Sabemos de la gran cantidad de pertenencias rústicas de su propiedad en distintos pueblos de la provincia y de sus negocios de inquilinato inmobiliario, principalmente en la ciudad de Soria.

Propiedades rústicas

Propiedades en Piquera de San Esteban

El principal lugar donde disponía de fincas agrarias era Piquera, el pueblo de donde había salido su padre[136bis] para estudiar Medicina y donde quedaban muchos de sus familiares. Dos años antes de su muerte aparecía un anuncio de venta de todas sus propiedades en Piquera que eran: “terrenos baldíos, tierras de labor, prados de regadío, huerta de regadío con 300 árboles frutales de superior calidad, bodega, viñas, parte de un lagar, cuarta parte de un molino, la mejor casa del pueblo y un corral de encerrar ganado”[137].

Aun cuando pudiera pensarse que las fincas de Aniceto Hinojar procedían de transmisiones familiares, ya que su tío Eusebio se había radicado en Piquera hacía unas cuantas décadas, la mayor parte de las propiedades las había adquirido en las subastas que se efectuaron con posterioridad a las leyes desamortizadoras de bienes eclesiásticos y comunales. Mostramos a continuación una tabla con las heredades que fueron adquiridas por nuestro protagonista. Los datos de esta tabla están entresacados del estudio “Relación de bienes desamortizados en Piquera” publicado en http://piquera.sanesteban.com/monografias/desamortiza2.htm, a cuyo estudio remitimos para una posible ampliación de datos.

Hacemos unos comentarios previos a la consulta de esta tabla. El precio de cada subasta se ha calculado multiplicando la cantidad que se pagaba en cada plazo por 20 (el número de plazos en que se pagaron las fincas), a excepción del reseñado en primer lugar que aparece directamente en la fuente consultada. En dos casos se ha encontrado una pequeña diferencia entre algunos plazos y se ha procedido a calcularlo en base a los últimos plazos examinados.

Relación de fincas desamortizadas adquiridas por Aniceto Hinojar

Nº de Inventario

Antiguo Propietario

Descripción

Precio de la subasta en pesetas

Fecha de Adjudicación

 

Propios

Baldío Pozas y Peñaredonda

1250,00

20/12/1873

Comentario: Peñaredonda es lo que conocemos actualmente como Peñarrodás. Esta finca figura en un documento, de los primeros años del siglo XX, de deslinde entre los términos de Piquera y Fuentecambrón.

546

Curato del pueblo

17 pedazos de 2ª y 3ª calidad

 

3250,00

 

22/03/1871

547

Memoria de María Zayas

22 pedazos de tierra y un prado, en secano y regadío, de 1ª, 2ª y 3ª calidad

3515,00 

22/03/1871

550

Fábrica de Fuentecambrón

15 pedazos de secano y regadío de 1ª, 2ª y 3ª calidad

5265,00 

22/03/1871

553

Fábrica de Fuentecambrón

Heredad de 26 pedazos de tierra y un prado en secano y regadío de 1ª, 2ª y 3ª calidad

 10250,00

22/03/1871

793

Capellanes del Burgo

9 pedazos de 2ª y 3ª calidad

1001,00 

27/02/1871

1994

Propios

Terreno

12600,00 

16/04/1873

Comentario: Según anuncios de acotamiento publicados en el Boletín Oficial de la Provincia podrían ser terrenos ubicados en los siguientes parajes de Piquera: La Pesquera, Mojón Blanco, Valdemiguel, Cabeza Merina, Peña Casqueta, El Cuerno, Valdeblanca, Carrasanjuán, Los Llanos, El Valle y Valdebonita.

2015

Memoria de Ánimas de Piquera

8 pedazos de 1ª, 2ª y 3ª calidad

522,40 

22/03/1871

2016

Curato de Fuentecambrón

Una tierra de primera calidad en Los Álamos

451,00

27/02/1871

Comentario: Podría tratarse de la finca que se ha conocido posteriormente como Prado del Médico.

 Se muestra a continuación la ubicación de la primera finca reseñada en la tabla anterior.

Croquis de parte del límite común entre Piquera y Fuentecambrón, en el que consta una finca de Aniceto Hinojar – Pertenece a una delimitación de la mojonera citada, deslindada el año 1911, cuyo documento se encuentra en el archivo del antiguo ayuntamiento de Piquera de San Esteban.

Con todas estas fincas, Aniceto Hinojar no se limitó a comprarlas y ofrecerlas en arrendamiento a colonos de Piquera o pueblos limítrofes, sino que fueron explotadas bajo su compromiso y dirección, utilizando unos nuevos métodos de explotación más rentables económicamente, que era una de las ambiciones que pretendía conseguir la Desamortización. Esto implicó que tuviese que invertir más capital, para la plantación de la viña y los árboles frutales de la huerta, la construcción de la bodega y su casa en Piquera, entre otras desembolsos. Por aquellos años se puso de moda la plantación de moreras, Hinojar compró algunas plantas pero no sabemos si las destinó a sus fincas de Piquera o a otras de otros pueblos[137bis].

Como acabamos de decir, mandó plantar una viña, de unas cinco mil cepas, en el Cerro de La Pesquera en la que todos los piquereños que lo deseasen podían ganar un salario a partir del mes de febrero y que estaba acotada, junto con otras fincas, para toda clase de aprovechamientos[138], y así evitar la degradación de la explotación. Hoy, desafortunadamente, no se conserva nada de esa explotación vitícola.

El Cerro de la Pesquera en la actualidad

Para guardar el fruto de esa viña mando construir una extensa bodega que se servía de la ventaja de tener un lagar compartido, muy próximo a la bodega.

Bodega mandada construir por Aniceto Hinojar

 

Edificio del antiguo lagar compartido por Aniceto Hinojar y otro aparcero

También hay constancia de la huerta en la que había plantado 300 árboles frutales que, como no podía ser de otra manera, ha dado lugar a un topónimo que recuerda al personaje: La Huerta de Hinojar.

Entrada a la Huerta de Hinojar

Hemos visto que se hizo con una participación del negocio del molino de Piquera y que también disponía de un corral para guardar el ganado, lo que nos da que pensar que también tendría algún rebaño de ovejas, sobre todo teniendo en cuenta que era propietario de terrenos baldíos.

Asimismo era propietario de una casa con cochera que sería utilizada por las personas que gestionaban sus negocios en Piquera y por el propio Hinojar y su familia en sus desplazamientos a este pueblo, como el que realizó a mediados del mes de agosto de 1918[139]. Diez y seis años antes ya habían estado su esposa y sus hijas[139bis].

Antigua casa de Aniceto Hinojar, con su cochera anexa.

Todas estas propiedades motivaron que en 1925 constase como miembro de la parte real de la comisión de evaluación para el repartimiento de utilidades con el fin de cubrir el déficit del ayuntamiento de Piquera[140], suponemos que estaría representado por la persona que gestionaba sus negocios en Piquera.

Como hemos indicado antes, dos años antes de morir puso en venta todas sus propiedades en Piquera. Dicha venta no debió ser muy lucrativa para Aniceto Hinojar, que no lo necesitaba, y hemos oído que fueron compradas todas sus pertenencias por todo el pueblo de Piquera en conjunto y repartidas posteriormente, aunque desconocemos el método que se siguió para la repartición, y el correspondiente pago, de las fincas.

Propiedades en otros pueblos sorianos

En 1923 vemos un anuncio de venta o arriendo de las fincas de labor de Aniceto Hinojar en Alcubilla del Marqués[141]. Este era el pueblo de procedencia de su abuela materna, por lo que suponemos que estas fincas procedían de alguna herencia familiar.

La granja o caserío de Albalate, en Cihuela, también era de su propiedad y parece que en sus últimos años era aprovechada por sus recursos cinegéticos[142] (suponemos que por su yerno que era bastante aficionado a la caza) y a la que acudió nuestro protagonista en varias ocasiones como en los años 1912 y 1919[143]. También parece que se explotaba esta finca aprovechando el riego del río Henar desde los primeros años del siglo XX[144]. Hay constancia de que disponía de ganado caprino que fue atacado por algún desaprensivo con arma blanca, hiriendo a seis reses, una de las cuales hubo que sacrificar[144bis]. Esta granja era antiguamente propiedad de los monjes bernardos de Santa María de Huerta, y fue privatizada con la Desamortización, pero la adquisición inicial se debió realizar por una persona distinta a Aniceto Hinojar, que la compraría al adquirente inicial o a alguno de los que le sucediesen en la posesión de la heredad. Estando en esta posesión, fue preciso que operase a un lugareño a quien se le incrustó en la pierna una bala de un revolver que estaba manipulando[144ter]. En realidad fue adquirida esta finca desamortizada por su tío Andrés Leal (de quien hemos hablado en el principio del apartado Hinojar y la Política) y  Vicente Tejada que habían recibido la cesión de los derechos de la subasta rematada en Madrid por Manuel Pascual Medina[144quáter]. Hinojar pudo comprar esa heredad a su tío y a su socio, o recibirla como herencia.

 

Otros pueblos, muy próximos entre sí, donde Aniceto Hinojar también poseía tierras de labor eran: Aylloncillo, Pedraza, Fuentelsaz y Buitrago, en este último pueblo también poseía una casa. Lo sabemos por un anuncio de venta de sus propiedades en estos pueblos[145]. En Fuentelsaz vemos que es amonestado, como otros muchos propietarios, por no proceder a las “operaciones de apertura y limpieza de acequias y arroyos”[146].

Poco después de la muerte de Hinojar vemos que su hija María acota e inscribe a su nombre en el Registro de la Propiedad una casa y diversas fincas rústicas ubicadas en un pueblo del Campo de Gómara: Alconaba, sin duda, serían heredadas de su padre[147].

Propiedades en Soria

Buena muestra de la importancia de los negocios inmobiliarios de nuestro protagonista es que en el año 1912 se creó en Soria una asociación de propietarios de fincas urbanas de la que él resultó elegido presidente[148]. A finales del año anterior hubo una reunión de propietarios en el Círculo Mercantil tendente a este fin[148bis]. Pero aún se debió convocar otra reunión para el 5 de mayo de 1912[148ter]. Asimismo hemos encontrado un recurso de alzada interpuesto por Aniceto Hinojar, como presidente de esa asociación, ante el Gobierno Civil de Soria, por el empeño de establecer, por parte del ayuntamiento de la ciudad, unos impuestos que gravaban “canalones, goterales, alcantarillas, miradores y galerías”[149].

Durante los primeros años de su estancia en Soria, hemos constatado que estaba domiciliado en la calle Condes de Gómara, 7[150]; es de suponer que la casa donde residía fuese de su propiedad.

Aunque no es nuestra intención hacer una relación completa de todas sus propiedades,  en el libro Arquitectura y Urbanismo en la Ciudad de Soria (1876-1936) de Montserrat Carrasco[151] hemos localizado las siguientes obras realizadas en edificios cuya propiedad correspondía a Aniceto Hinojar (se indica la referencia en el archivo municipal de Soria):

Obras realizadas para Aniceto Hinojar

Fecha

Ref. Archivo Municipal de Soria

Situación

Autor del Proyecto

Tipo de edificio y obra

9 de septiembre de 1909

OP, 13

Común, s/n

Andrés de Lorenzo

Vivienda, nueva planta

Septiembre de 1922

AS, 60

Marqués de Vadillo, 10, 12 y 14

José María Rodríguez

Vivienda, reforma de fachada e interiores

Marzo de 1927

AS, 69

Plaza de Aguirre, 8

Ramón Martiarena

Vivienda, instalación de miradores

En la calle Postigo, número12, tenía un inmueble para el que recibió permiso para revocar y pintar la fachada en el año 1907[151bis]. La vivienda de la plaza de Aguirre es donde residía en el momento de su muerte y es de suponer que la obra iba encaminada a hacer más agradable sus últimos meses de vida.

Parece que la finca que tenía mayor relevancia era la situada en la calle de Marqués de Vadillo. Esta finca sufrió una importante catástrofe el día 25 de julio de 1922 a consecuencia de un incendio que se había originado en la ferretería de Claudio Alcalde. Por fortuna la finca de Hinojar estaba asegurada de incendios en la compañía de seguros “La Unión y el Fénix Español”. Los daños en las propiedades de nuestro doctor fueron estimados por la autoridad en 17.000 pesetas[152]. No tenemos constancia de que durante este suceso estuviese en Soria don Aniceto, pues lo habrían constatado las crónicas periodísticas, ya que habría tenido que atender de sus lesiones a los múltiples afectados por las heridas producidas en el siniestro, circunstancia que tenemos confirmada en sus compañeros del hospital. Hinojar tenía entonces 83 años y seguía en el ejercicio de sus funciones médico-hospitalarias, aunque suponemos que con bastante sosiego debido a su avanzada edad. De hecho tenemos documentada la vuelta de Arnedillo de nuestro protagonista, junto con su hija María, muy pocos días después del incendio, donde era muy aficionado a los baños como gran parte de los miembros de la sociedad selecta soriana[153]

Foto de ese incendio publicada en El Porvenir Castellano de 31/07/1922

En el momento del incendio el número 10 de esa calle pertenecía a la viuda del famoso farmacéutico Bonifacio Monge y fue demolida la vivienda por peligro de derrumbe[154], suponemos que nuestro médico compraría el solar resultante. Con ese farmacéutico ya había tenido sus diferencias nuestro protagonista muchos años antes, cuando coincidieron ambos realizando su labor sanitaria en el Hospital de Santa Isabel[155]. La instancia, planos y memoria de las obras fueron aprobadas por el Ayuntamiento en el mes de octubre[155bis].

También hemos comprobado que tuvo la posesión de un huerto adyacente al del hospital en el que ejercía su labor profesional[156]; es muy posible que le cultivase aprovechando sus tiempos muertos en el hospital, o lo encargase a otras personas, y también le sirviese esta actividad de relajo. Otro tanto sabemos de una finca de su propiedad que fue expropiada en 1918 para ejecutar la construcción de la carretera  de Taracena a Francia, a su paso por Soria[157]. Y para proceder a construir otra infraestructura viaria, esta vez el ferrocarril Santander-Burgos-Soria-Calatayud, en 1926 se formuló otro expediente de expropiación de una finca rústica en la ciudad de Soria perteneciente a nuestro biografiado[158]. El año 1939 vemos que, con motivo de la instalación de una línea de distribución de energía eléctrica que iba desde Aranda de Duero hasta Soria, se solicita autorización administrativa para llevar a cabo esa instalación y entre los propietarios afectados figuraba Aniceto Hinojar con una finca de cultivo de cereal en el Alto de la Dehesa[159]; sin duda esa propiedad correspondía ya a sus herederos, pero la noticia nos confirma que había sido pertenencia de nuestro protagonista.

Y todos los propietarios tienen que procurar que sus propiedades no causen perjuicio al prójimo, y nos encontramos con unas reclamaciones que unos vecinos hacen  sobre el descampado anejo a los denunciantes, propiedad de Hinojar y otras dos personas[159bis]. 

Hinojar y su vida social

Se puede decir que Aniceto Hinojar perteneció a la alta clase social soriana, más por sus recursos económicos y por sus influencias que por cualquier otro motivo. En efecto, en Soria, al ser una pequeña ciudad, no existe, ni existía, una división en clases sociales muy remarcada y esa cualidad sería palpable en muy escasos momentos. Buena prueba de esta convivencia de gentes de distinta clase social es el ejemplo que nos contó Afrodisio Ximénez en Revista de Soria, que a su vez lo había visto publicado en el periódico Campo Soriano en el año 1969: en un “Jueves la Saca” don Aniceto se interesó por unos movimientos de unos miembros de una peña y acabó descubriendo y compartiendo unos caldos con esos peñistas; y no quedó la cosa ahí, ya que a partir del año siguiente las autoridades acogieron esa costumbre de tomar la taza de caldo[160].

Centrándonos en esa peculiaridad de alta clase social, vemos que Hinojar es elegido presidente del Casino de Numancia el 7 de enero de 1883[161], no sin que antes hubiese una protesta por parte de algunos socios y se convocase una nueva Junta General para dos días después[162]. Muy poco después de tomar posesión del cargo se constituye un Ateneo en este casino, del que Hinojar será uno de sus vicepresidentes y que presidirá Nicolás Rabal[163]. Puede decirse que durante este mandato la gestión económica del casino fue satisfactoria, algo muy poco habitual en la más que centenaria historia de este establecimiento.

Este año fue convocado por el ayuntamiento un certamen científico-literario con juegos florales en el que este casino, junto con los otros dos de la ciudad, concedían un premio al mejor trabajo sobre el tema de la Historia de las sociedades de recreo. Lo qué son hoy y deberán ser, sus relaciones con la vida moderna[164].

Durante el trascurso de este mandato hubo un incidente con la máxima autoridad gubernativa provincial. En la noche del 20 de julio se presentó en la sede de este casino, por sorpresa, el Gobernador Civil, al mismo tiempo que el presidente del casino recibía un aviso a través de un mozo del establecimiento. El Gobernador  pretendía sorprender a algunos de los socios divirtiéndose con algún juego prohibido, cosa que no consiguió, y Aniceto Hinojar protestó enérgicamente pero la máxima autoridad provincial no le hizo ningún caso. El año siguiente, 1884,  renovó por aclamación la misma Junta Directiva presidida por Hinojar[165].

También el año 1916 le correspondió formar parte de la Comisión Examinadora de Cuentas, por nombramiento hecho por el orden alfabético de los nombres de los socios[166].

Y pasamos de una vida social en un sentido, digamos, restringido y de elite  y vamos a ocuparnos de la vida social de nuestro protagonista en un sentido más amplio.

Como miembro de un grupo social tuvo que cumplir periódicamente con ciertas obligaciones, como la de estar disponible para ser un miembro de un Jurado, cuando se celebraban procesos judiciales con este sistema de juicios. A nuestro protagonista le solemos encontrar en las listas de capacidades, o de personas más preparadas[167], como potenciales integrantes del Jurado que se constituyese después.

En otro orden de cosas, también fue nombrado vocal de una Junta de Agricultura en la provincia de Soria que se iba a preocupar de animar a todos los habitantes posibles para que concurriesen a la Exposición Universal de Barcelona de 1888[168].

También le vemos colaborando con las iniciativas creadas a favor de su tierra más cercana, haciéndose suscriptor de la revista ilustrada “Fiestas de San Juan”[169]. Y con motivo de un proyecto de trasladar la cárcel de Zaragoza a Soria también encontramos a nuestro protagonista firmando con otras muchas personas una instancia en la que se rechazaba esa pretensión[170]. En otra ocasión le encontramos en una suscripción en favor de los soldados sorianos que se encontraban en la Guerra de África[171]. También le vemos en una suscripción en favor de las familias de unos náufragos del río Ebro, en su condición de  integrante de la Junta provincial de Instrucción Pública[171bis]

Y en tiempos de la Dictadura de Primo de Rivera vemos que solicita la inclusión de múltiples personas en las listas del Censo Electoral por ser mayores de 25 años y llevar más de dos residiendo en la ciudad. La solicitud es aprobada por la Junta Provincial del Censo Electoral, en la que estaba de vocal su yerno, argumentando que la junta municipal reconoce que es cierto lo que alega el señor Hinojar[172].

Hinojar y sus sentimientos religiosos

Pudiera parecer lógico pensar que alguien que se apropió, eso sí, legalmente, de bastantes heredades procedentes de instituciones religiosas católicas no tendría mucho apego a las doctrinas de la Iglesia Católica, pero si lo hiciésemos así estaríamos muy equivocados. En general, la gran mayoría de la gente de aquellos años actuaba de una forma similar y era lo más normal acudir a misa dominical, si no diaria, y cumplir con muchos preceptos religiosos.

Entre estos preceptos está el “ayudar a la Iglesia en sus necesidades”  y así le encontramos en una colecta extraordinaria por la que el obispo de Osma invitaba a participar con ocasión del quincuagésimo aniversario de la ordenación episcopal del Papa[173]. En 1926 le encontramos en una suscripción para regalar una capa y una corona al patrón de Soria[174], el anacoreta San Saturio.

También le encontramos ejerciendo la caridad cristiana en una suscripción para ayudar a los agricultores damnificados por una tormenta que sucedió el 13 de julio de 1912 en el entorno de El Burgo de Osma[175].

Su hija María y la hija de ésta también contribuyeron de una forma más comprometida en el célebre homenaje de España al Sagrado Corazón de Jesús[176]. Unos años después veremos a su hija María, su nieta y su yerno como socios titulares de la diócesis de Osma para el Congreso Eucarístico de Toledo[177].

Durante los años que van de 1909 a 1915 vemos que Aniceto Hinojar figura como patrono, junto a muchísimas más personas, de una revista católica[178].

Pero el compromiso más sólido de sus sentimientos religiosos lo encontramos en la esquela que se publicó con motivo de su muerte. Allí encontramos que era miembro de la V.O.T. (Venerable Orden Tercera de San Francisco). Esta era una orden de seglares acogidos a la regla franciscana que sería algo parecido a una cofradía, pero con bastante más compromiso.

Cinco días antes de morir le fue administrado el Viático[179]. Y un mes y pico después del óbito se celebraron por los Padres Franciscanos y su Orden Terciaria varías misas en sufragio de su alma[180].

Su obra escrita

No creo engañarme si afirmo que una de las mejores fuentes para conocer a las personas que nos han precedido, o la forma en cómo quieren ser recordados,  es el reconocimiento, observación y estudio de sus escritos. El redactar un documento supone cierto grado de reflexión por parte de la persona que lo emite, entre otros motivos, porque  pretende trasmitir unas ideas que debe recibir el destinatario con la mayor nitidez posible.

Ya hemos visto sus discursos políticos cuando estuvo ejerciendo el cargo de diputado provincial. No dudamos de que fuese el propio Hinojar quien facilitó a la persona encargada de redactar las actas de las sesiones de trabajo de la institución provincial el texto de esos discursos para que pudiese ser incluido en dichas actas. A parte de su convicción monárquica, pocos ideales políticos se contemplan en esos discursos, sino el interés por el progreso de sus comprovincianos, y eso, con la mayor economía posible pues van a ser ellos mismos quienes van a tener que afrontar los gastos.

En relación con su actividad profesional, la medicina, hemos encontrado otras obras que pasamos a relatar:

En su actividad como integrante de la Comisión Provincial de Monumentos hemos visto estampada su firma en documentos que generalmente han sido redactados por otras personas.

Firma de Aniceto Hinojar

Aniceto Hinojar y su Familia

 Ya hemos hablado de su familia más próxima: su mujer, sus hijas y sus padres. Vamos a extendernos un poco más por las ramas de su árbol genealógico y haremos unos breves comentarios sobre algunos de sus hermanos y sobrinos.

Hemos constatado que Aniceto Hinojar fue el hijo mayor de, al menos, 11 hijos que tuvo su padre (Bernardino) con dos esposas: Benita Leal Ruiz, y, después de enviudar de esta, Carmen Vadillo de Miguel. De los 11 hermanos, solamente una fue mujer y el resto fueron varones; algunos de ellos murieron en la infancia y los que llegaron a adultos se dedicaron en su mayoría a profesiones sanitarias, médicos y farmacéuticos básicamente.

De la primera esposa de su padre tuvo como hermano a Juan (bautizado con el nombre de Juan de Dios) Hinojar Leal que también ejerció la Medicina y murió a los 39 años de edad dejando 7 huérfanos que, suponemos, serían ayudados por su tío Aniceto. De estos siete hermanos:

·        ya hemos citado a Fernando Hinojar y Pons que estuvo atendiendo en Langa de Duero a los enfermos de la epidemia de gripe de 1918. Fue posteriormente médico de Quintana Redonda y murió el 27 de marzo de 1936[181], en Madrid, como consecuencia de una operación quirúrgica.

·        Adolfo Hinojar y Pons fue médico de la beneficencia madrileña y el más afamado otorrinolaringólogo de España, junto con el doctor Antonio García Tapia, en los tiempos que empezaba a desarrollarse esta especialidad médica. Esta fama propició que recibiese un emotivo homenaje en Soria, en el año1922, en el que estuvo presente su tío[182]. Sus ideales republicanos motivaron que sufriese represalias políticas después de la Guerra Civil. Murió en 1956.

·        Carlos Hinojar y Pons ejerció de médico en Villaciervos y posteriormente perteneció también a la beneficencia madrileña y fue ilustre otorrinolaringólogo, como su hermano, pero quedó eclipsado en parte por la fama de éste. Falleció en Madrid el 27 de diciembre de 1976.

Adolfo Hinojar y Pons, cuadro en el Colegio Oficial de Médicos de Madrid Carlos Hinojar y Pons – Dibujo de Pedro Chico Rello

Como hermano tenido de la segunda mujer de su padre vamos a citar a Mariano Hinojar Vadillo que ejerció de farmacéutico en Fresno de Caracena y tuvo, entre otros, a dos hijos que se dedicaron a la Medicina en el Ejercito Español, donde llegaron a alcanzar muy alta graduación: Guillermo y Bernardino Hinojar Escudero, el segundo había sido médico de La Mallona y pueblos agregados.

Conclusión

Hemos constatado el olvido al que ha estado sometido el personaje que hemos querido biografiar y parece que es algo demasiado habitual por las tierras sorianas, pues algo similar le sucedió a su predecesor en el Hospital Provincial y en el cargo de Subdelegado de Medicina y Cirugía del partido de Soria[183]. Aunque suponemos que las causas de dicho olvido serán bastante complejas, vamos a intentar buscar algunas de las posibles causas.

Y como nunca es tarde, Aniceto Hinojar Leal bien merecería un reconocimiento por parte del Ayuntamiento de la ciudad a cuyos vecinos sirvió (el nombre de una calle o una plaza honrarían al personaje y a la capital). Otro tanto podríamos decir refiriéndonos a la Diputación Provincial a cuyo Hospital de Beneficencia estuvo dedicado casi cincuenta años. Hubo un periódico soriano que solicitó unos reconocimientos parejos en el momento de su jubilación[184], y parece que no le hicieron mucho caso. Pero después  de lo que aquí hay escrito tenemos la ilusión de que se reparará un desagradecimiento ancestral.

Bibliografía

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Pérez Fernández de Velasco, Carmelo; Efemérides Sorianas; Gráficas Ochoa, SL; Soria, 2003.

Periódicos locales de Soria:

El Avisador numantino.

El Magisterio Soriano (periódico profesional de los maestros).

El Porvenir Castellano.

El Practicante Español (periódico profesional de los enfermeros).

La Idea.

La Propaganda, en El Burgo de Osma.

La Provincia.

La Voz de Soria.

Los Apuntes (revista ilustrada, impresa en El Burgo de Osma).

Noticiero de Soria.

Numancia Sanitaria (boletín del Colegio de Médicos de Soria).

Recuerdo de Soria (revista ilustrada que se publicaba con ocasión de la festividad de San Saturio).

Periódicos nacionales:

ABC.
El Liberal.
La Correspondencia de España.

La Época.

Revista Católica de cuestiones sociales.

Rabal, Nicolás; España, sus monumentos y artes – su naturaleza e historia. SORIA; Establecimiento tipográfico- Editorial de Daniel Cortezo y compañía, Barcelona, 1889. Reproducción facsímil de Librerías Paris-Valencia, Valencia, 1994.

Revista de Soria (Primera Época); Biblioteca Electrónica de la Excma. Diputación Provincial de Soria, Núm. 4

Revista de Soria (Segunda Época); editada en Soria por la Imprenta Provincial. Soria, 1993-.

Ruiz Liso, Juan Manuel; Jesús Calvo Melendro un siglo de Ciencia y Salud en Revista de Soria (Segunda Época).

Santo Tomás Pérez, Magdalena; La Asistencia en el Hospital de Santa Isabel (Siglos XVI-XIX) en Revista de Soria (Segunda Época), número 24, Primavera de 1999.

V.V. A.A.; Casos y Cosas de Soria, II; Asociación Cultural “Soria Edita. Madrid, 2000.

Valle López,  Ángela del; ESTUDIANTES SORIANOS GRADUADOS EN LA UNIVERSIDAD DE MADRID (s. XIX), en II Jornadas de estudio sobre la Diócesis de Osma-Soria.

Documentación

Libros 505/9-10 de Bautismos de la parroquia de Velamazán en el Archivo Diocesano con sede en El Burgo de Osma.

Tomo 52 de la Sección Tercera en el Registro Civil de Soria.

Registros de Matrículas y Actas de Exámenes en el Instituto Provincial de Segunda Enseñanza de Soria.

Delimitación de los términos comunes entre Piquera y Fuentecambrón, año 1911,  documento sin catalogar, en el archivo del antiguo ayuntamiento de Piquera de San Esteban.

Archivo General Militar de Segovia, Sección 1ª, Legajo 417.

Sitios web

Los periódicos y revistas de Soria y boletines oficiales de la Provincia y del Obispado se han consultado  principalmente en la Biblioteca Virtual de prensa histórica: http://prensahistorica.mcu.es/. Para las omisiones de números del Boletín Oficial de la Provincia en este sitio web se ha consultado la colección de la Diputación Provincial de Soria.

Los ANUARIOS-guías de Soria y su provincia en: http://bibliotecadigital.jcyl.es/

Los periódicos nacionales en la Hemeroteca de la Biblioteca Nacional de España: http://hemerotecadigital.bne.es/ y el diario ABC en http://hemeroteca.abc.es/index.stm

La Gaceta de Madrid en la página web del Boletín Oficial del Estado: http://www.boe.es/aeboe/consultas/bases_datos/gazeta.php

Los boletines de la Real Academia de la Historia en: http://www.cervantesvirtual.com/ 

Parte de lo relacionado de la historia del Colegio de Médicos de Soria en:  http://www.comsor.es/historia.html

Lo relativo a las fincas desamortizadas en Piquera de San Esteban en: http://piquera.sanesteban.com/monografias/desamortiza2.htm. En este sitio web se publicará este artículo y sus posibles rectificaciones y ampliaciones.

Agradecimientos

A Concepción Jimeno Martínez por su aportación de los datos académicos, procedentes del Instituto, relativos al biografiado.

A Emiliano Marco Rupérez por concretarnos cuál fue la casa de Aniceto Hinojar en Piquera y algunas cosas más.

A Jesús Calvo Morales, bisnieto del biografiado, porque nos ofreció los primeros hilos de los que pudimos tirar para desenmarañar la madeja de referencias del personaje y de su árbol genealógico.

A Rosario Sanz Sanz por su ayuda con algunos datos custodiados en el Archivo de la Diputación Provincial.

A mis hermanos Raquel y José Antonio por los encargos que me han solventado en Soria.

A José Ramón Huerta Blanco, presidente del Colegio Oficial de Médicos de Soria, por los documentos que ha aportado y por la ilusión e interés que ha puesto en que esto salga adelante; no me puedo olvidar en este caso de Marisa Puente Miguel que se ha ocupado eficazmente de todas las labores de intendencia.

y a cualquier persona con merecimientos para estar aquí que alguna laguna en mi memoria me habrá impedido incluirla.

            

Panteón de D. Aniceto Hinojar, situado muy próximo a la tumba de Leonor Izquierdo Cuevas (la esposa de Antonio Machado).


[1] Libro 505/9-10 de Bautismos de la parroquia de Velamazán, folio 231.

[2] Fue bachiller en Artes por la Universidad de Santa Catalina, de El Burgo de Osma. Fuente: Frías Balsa, José Vicente de; Graduados en la Universidad de Santa Catalina de El Burgo de Osma, Pág. 148.

[3] Este sacerdote envió dos remesas de miel con destino a la Exposición Universal de Londres que se celebró partir del 1 de mayo de 1862. Fuente: El Avisador Numantino de 16/02/1862

[4] El Avisador Numantino de 11/01/1922, aunque está equivocado el dato de la edad de Aniceto Hinojar cuando llegó a Quintana Redonda, dato que hemos podido precisar consultando las partidas de bautismo de sus hermanos nacidos en este pueblo.

[5] Madoz, Pascual; Diccionario Geográfico-Estadístico-Histórico de España y sus posesiones de Ultramar; Voz: QUINTANA REDONDA

[6] Registros de Matrículas y Actas de Exámenes en el Archivo del Instituto Provincial de Segunda Enseñanza de Soria.

[7]Boletín Oficial de la Provincia de Soria (en adelante, BOPS) de 11/08/1868. Valle López,  Ángela del; Estudiantes Sorianos graduados en la Universidad de Madrid (s. XIX),  Pág. 625.

[8] La Correspondencia de España de 29/06/1861, Edición de la noche y 30/06/1861, Edición de la mañana.

[9] BOPS de 11/08/1868.

[10] La Voz de Soria de 27/09/1927.

[11] BOPS de 4/10/1865.

[11bis] Archivo General Militar de Segovia, Sección 1ª, Legajo 417.

[12] BOPS de 29/06/1939.

[13] Acta de la reunión de la Comisión Provincial de 06/12/1872, en BOPS de 10/02/1873.

[14] Acta de la reunión de la Comisión Provincial de 06/05/1876, en BOPS de 14/06/1876.

[15] Acta de la reunión de la Comisión Provincial de 02/06/1876, en BOPS de 21/07/1876.

[16] BOPS de 4/09/1874.

[16bis] BOPS de 7/03/1873.

[17] Extracto del acta de la sesión de la Comisión Provincial de 28/09/1877, en BOPS de 5/11/1877. Extracto del acta de la sesión de la Diputación Provincial de 14/09/1877, en BOPS de 10/12/1877.

[18] BOPS de 11/11/1878. Extracto del acta de la sesión de la Diputación Provincial de 03/11/1878, en BOPS de 20/11/1878. Anuncio especificando los requisitos que debían reunir los aspirantes a la plaza en BOPS de 10/02/1879. Anuncio indicando el día para la realización del primer ejercicio en BOPS de 19/03/1879.

[19] Extracto del acta de la sesión de la Diputación Provincial de 02/04/1879, en BOPS de 9/05/1879.

[20] El Avisador Numantino de 9/02/1907; Noticiero de Soria de 9/02/1907; Tierra Soriana de 10/02/1907. José Morales Orantes estuvo casado anteriormente con Lucilla Calahorra de la Orden, que murió en 1896. Ver Herrero Gómez, Javier; La obra de Emilio Molina Payés (1842-1947) en Soria. Arte Funerario y conmemorativo en Revista de Soria nº 91, Invierno 2015; Pág. 92, nota 89.

[21] Avisador Numantino de 13/10/1928 y 17/10/1928; El Porvenir Castellano de 15/10/1928 y La Voz de Soria de 12/10/1928.

[22] BOPS de 27/06/1887.

[23] Revista de Soria (Primera Época), números 11, 26, 32 (Dibujo). También hemos constado esta observación en una poesía de Virgilio Soria, de 1947,  titulada Estampa Soriana, recogida  por José María Latorre Macarrón en su libro Periódicos de Soria (1811-1994), página 179.

[23bis] El Noticiero de Soria de 15/04/1908.

[23ter] El Noticiero de Soria de 21/04/1922.

[24] El Avisador Numantino de 02/08/1922.

[25] El Avisador Numantino de 07/09/1918.

[26] El Avisador Numantino de 6/09/1919; El Porvenir Castellano de 04/09/1919; Noticiero de Soria de 05/09/1919.

[26bis] El Porvenir Castellano de 8/05/1913.

[27] La Voz de Soria de 27/09/1927; El Avisador Numantino de 28/09/1927; Noticiero de Soria de 29/09/1927; El Porvenir Castellano de 29/09/1927; Numancia Sanitaria de septiembre de 1929, Pág. 19.

[28] Registro Civil de Soria; tomo 52, Pág. 65, de la Sección 3ª.

[29] Ruiz Liso, Juan Manuel; Jesús Calvo Melendro, un siglo de Ciencia y Salud, en Revista de Soria (2ª Época) n. 5, Pág. 89.

[30] El Avisador Numantino de 26/01/1907.

[31] El Avisador Numantino de 08/05/1912.

[31bis] El Porvenir Castellano de 24/07/1919.

[31ter] El Avisador Numantino de 17/06/1905.

[31quater] El noticiero de Soria de 20/04/1912.

[31quinquies] Poza Tejedor, Pedro; Los veterinarios y la Veterinaria en Garray en Morales Hernández, Fernando;  Recordando Garray; Imprenta Provincial de Soria, 2015; Pág. 364.

[32] Santo Tomás Pérez, Magdalena; La Asistencia en el Hospital de Santa Isabel (Siglos XVI-XIX) en Revista de Soria (Segunda Época), número 24, Primavera de 1999, Págs. 71-97.

[33] BOPS de 11/11/1868.

[34] El Practicante Español de 11/06/1899

[35] Extracto de la sesión de la Comisión Provincial de 30/11/1877 en BOPS de 04/03/1878 y extracto de la sesión de la Diputación Provincial de 02/04/1878 en BOPS de 08/05/1878.

[36] Extracto de la sesiones de la Comisión Provincial de 20 y 29/09/1882 en BOPS de 30/10/1882.

[37] Hay múltiples referencias en los extractos de las sesiones de la Comisión Provincial y en las sesiones de la Diputación Provincial para aprobar los Presupuestos provinciales anuales que se publicaban en el BOPS.

[38] Noticiero de Soria de14/04/1900, 09/06/1900, 13/10/1900 y 01/12/1900.

[38bis] La Provincia de 7/04/1903.

[39] Noticiero de Soria de 09/05/1900.

[40] Hemos encontrado estas reseñas en los ANUARIOS-guías de Soria y su provincia de los años 1909 (Pág. 36) y 1910 (Pág. 45)  y anteriormente en múltiples extractos de las sesiones de la Comisión Provincial.

[41] Extracto de la sesión de la Comisión Provincial de 30/04/1925 en BOPS de 13/05/1925.

[42] Extracto de la sesión de la Diputación Provincial de 15/06/1925 (discusión de los Presupuestos) en BOPS de 06/07/1925.

[43] El Avisador Numantino de 17/06/1925.

[44] El Avisador Numantino de 19/11/1924.

[45] Noticiero de Soria de 27/10/1924.

[46] El Avisador Numantino de 08/11/1924.

[47] Noticiero de Soria de 27/11/1924.

[48] Noticiero de Soria de 28/05/1925.

[49] Extracto de la sesión de la Comisión Provincial de 21/07/1882 en BOPS de15/09/1882.

[49bis] La Provincia de 11/11/1902 y siguientes.

[50] Hinojar Leal, A.; Memoria higiénica de Soria.

[51] El Avisador Numantino de 18/07/1897.

[51bis] El Noticiero de Soria de 11/07/1896.

[52] García Segura, María Concepción; Historia de la Diputación Provincial de Soria (tomo II), Pág. 372.

[53] BOPS de 30/11/1885 y 02/12/1885.

[54] García Palomar, Félix; San Esteban de Gormaz. Epidemia de cólera de 1885.

[55] García Segura, María Concepción; Historia de la Diputación Provincial de Soria (tomo II), Pág. 370.

[56] BOPS de 22/06/1885.

[57] Extracto de la sesión de la Comisión Provincial de 03/07/1885 en BOPS de 30/11/1885. La Correspondencia de España de 11/07/1885, Pág. 1.

[58] Latorre Macarrón, Jesús María; Periódicos de Soria (1811-1994), Pág. 53.

[59] BOPS de 10, 15, 17 y 20/07/1882

[60] BOPS de 17/07/1885.

[61] El Avisador Numantino de 06/06/1897 y 04/07/1897.

[62] BOPS de 02/12/1885.

[63] El Avisador Numantino de 19/10/1918.

[64] Acta de la Comisión Provincial de 26/06/1918 en BOPS de 28/07/1919.

[65] El Porvenir Castellano de 09/09/1918.

[66] El Avisador Numantino de 21/01/1907.

[67] El Porvenir Castellano de 07/10/1918; Noticiero de Soria de 08/10/1918; El Avisador Numantino de 09/10/1918; La Idea de 13/10/1918.

[68] El Porvenir Castellano de 14/10/1918; Noticiero de Soria de 15/10/1918; El Avisador Numantino de 16/10/1918.

[69] García Palomar, Félix; Epidemia de gripe en la provincia de Soria y en Langa de Duero (Octubre-Noviembre de 1918).

[70]García Palomar, Félix; Epidemia de gripe de Piquera de San Esteban durante el mes de octubre de 1918.

[71] La Propaganda de 18/11/1891 que lo toma de El Avisador Numantino.

[72] Gaceta  de Madrid de 15/04/1898, número 105, página 195.

[73] Breve historia del Colegio Oficial de Médicos de Soria en http://www.comsor.es/historia.html

[74] El Liberal de 26/01/1899.

[75] Los Apuntes de 28/01/1899. Noticiero de Soria de 25 y 28/01/1899; en este periódico, en casi todos los números del mes de febrero y los dos primeros de marzo se publica, por entregas, el Real Decreto de 1898 con los Estatutos para el régimen de los Colegios de Médicos.

[76] El Avisador Numantino de 04/02/1900; Noticiero de Soria de 03/02/1900.

[77] Breve historia del Colegio Oficial de Médicos de Soria en http://www.comsor.es/historia.html. El Avisador Numantino de 04/07/1917; El Porvenir Castellano de 05/07/1917.

[78] Numancia Sanitaria, número 4 , de 15 de junio de 1920; El Porvenir Castellano de 31/05/1920; La Idea de 30/05/1920; Noticiero de Soria de 01/06/1920.

[79] Numancia Sanitaria, número 35, de enero de 1923.

[80] Numancia Sanitaria, número 53, de julio de 1924.

[81] BOPS de 22/09/1924.

[82] BOPS de 29/05/1878.

[83] BOPS de 18/01/1924.

[84] El Avisador Numantino de 19/01/1924.

[84bis] El Avisador Numantino de 19/11/1908. 

85] ANUARIO-guía de Soria y su provincia de 1909, Pág. 30.

[86] ANUARIO-guía de Soria y su provincia de 1909, Pág. 33. La misma guía de 1910, Pág. 42.

[87] ANUARIO-guía de Soria y su provincia de 1909, Pág. 71. La misma guía de 1910, Pág. 74. La misma guía de 1913, Pág. 72.

[88] ANUARIO-guía de Soria y su provincia de 1913, Pág. 127 y 137.

[89] El Defensor Escolar de 01/02/1908.

[90] La Iberia de 12/05/1880; La Correspondencia de España 12/05/1880.

[91] Citamos en forma no exhaustiva:  El Avisador Numantino de 24/01/1897; Extracto de la sesión de la Comisión Provincial de 12/12/1919 en BOPS de 31/03/1920.

[92] Sirvan de ejemplo los reseñados en: Extracto de la sesión de la Comisión Provincial de 11/02/1874, en BOPS de 10/04/1874; El Avisador Numantino de 18/01/1900; Tierra Soriana de 02/01/1908.

[93] Extracto de la sesión de la Comisión Mixta de 28/06/1880, en BOPS de 20/09/1880.

[94] Extracto de la sesión de la Comisión Provincial de 12/01/1887, en BOPS de 18/03/1887.

[95] La Correspondencia de España de 26/12/1888.

[96] Extracto de la sesión de la Comisión Provincial de 08/08/1883, en BOPS de 01/02/1884.

[97] La Propaganda de 25/11/1891.

[98] La Razón de 15/03/1898.

[99] El Avisador Numantino de 16/01/1902.

[100] El Magisterio Soriano de 28/10/1903.

[100bis] El Avisador Numantino de 9/08/1900.

[100ter] El Noticiero de Soria de 5/01/1910.

[100quater] Noticiero de Soria de 31/07/1909.

[100quintus] Noticiero de Soria de 55/05/1917.

[101] Frías Balsa, José Vicente de; Graduados en la Universidad de Santa Catalina de El Burgo de Osma, Pág. 148.

[102] El Avisador Numantino de 28/09/1927, Noticiero de Soria de 29/09/1927, El Porvenir Castellano de 29/09/1927 y La Voz de Soria de 27/09/1927.

[103] García Segura, Mª Concepción; Historia de la Diputación Provincial de Soria.

[104] Acta de la sesión de la Diputación Provincial celebrada día 21/04/1876, en BOPS de 05/05/1876.

[105] Extracto del acta de la sesión de la Diputación Provincial del día 24/04/1876, en BOPS de 10/05/1876.

[106] Extracto del acta de la sesión de la Diputación Provincial del día 25/04/1876, en BOPS de 15/05/1876.

[107] Extracto del acta de la sesión de la Comisión Provincial del día 12 /05/1876, en BOPS de 19/07/1876.

[108] Extracto  del acta de la sesión de la Diputación Provincial del día 17/07/1876, en BOPS de 24/07/1876.

[109] Extracto del acta de la sesión de la Comisión Provincial del día 20/10/1876, en BOPS de 12/02/1877.

[110] Extracto de las actas de las sesiones de la Diputación Provincial de los días 10 y 11/11/1876, en BOPS de 24/11/1876.

[111] Extracto del acta de la sesión de la Diputación Provincial del día 12/11/1876, en BOPS de 01/12/1876.

[112] Guía Oficial de España - 1877, Pág. 650.

[113] Félix García Palomar; Eladio Peñalba Gutiérrez, Diputado Provincial ( 1872-1874, 1877-1886).

[114] Extracto del acta de las sesión de la Comisión Provincial del día 10/10/1877, en BOPS de 7/11/1877.

[115]El Avisador Numantino de 28/09/1927.

[116] El Avisador Numantino de 03/02/1884.

[117] La Época de 04/02/1904, Pág. 3.

[118] Boletín de la Real Academia de la Historia [Publicaciones periódicas]. Tomo 14, Año 1889, consultado en   http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/57939400438026617422202/p0000012.htm

[119] Extracto del acta de la sesión de la Diputación Provincial de 14/11/1877, en BOPS de 7/12/1877.

[120] Acta de la sesión del 21/09/1918, en Boletín de la Real Academia de la Historia, Tomo LXXIV, año 1919.

[121] Guía Oficial de España – 1878, Pág. 860.

[122] La Propaganda de 15/06/1882.

[123] Gaceta de Madrid -  Núm. 241, de 29/08/1882, Pág. 629.

[124] Boletín de la Real Academia de la Historia [Publicaciones periódicas]. Tomo 10, Año 1887, consultado en  http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/12615095346702617432435/p0000022.htm.

[125] Rabal, Nicolás; España, sus monumentos y artes – su naturaleza e historia. SORIA, Págs. 118-120.

[126] Boletín de la Real Academia de la Historia. Tomo 14, Año 1889, consultado en  http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/57939400438026617422202/p0000012.htm.

[127] Boletín de la Real Academia de la Historia. Tomo LXXIV, Año 1919.
 
[127bis] La noticia la encontramos en un libro en el que se recopilan los artículos que había escrito Pelayo Artigas Corominas referentes a la villa de Ayllón: Ayllón en la historia, Pág. 12; publicado por la Academia de Historia y Arte de San Quirze, el año 1992.

[128] Gaceta de Madrid de 27/08/1917, Pág. 515.

[129] Real Academia de la Historia; Signatura: CASO/9/7973/79(15) Fecha: 1923, consultado en http://www.cervantesvirtual.com/FichaObra.html?Ref=312674&portal=111 . Real Academia de la Historia; Signatura: CASO/9/7973/79(10) Fecha: 1923/01/05, consultado en http://www.cervantesvirtual.com/FichaObra.html?Ref=312669&portal=111. Real Academia de la Historia; Signatura: CASO/9/7973/79(17) Fecha: 1924/04/07, consultado en  http://www.cervantesvirtual.com/FichaObra.html?Ref=312676&portal=111. Dirección General de Bellas Artes; Signatura: CASO/9/7973/79(18)Fecha: 1924/02/14, consultado en http://www.cervantesvirtual.com/FichaObra.html?Ref=312677&portal=111.

[130] El Avisador Numantino de 09/09/1925; BOPS de 07/09/1925 y Gaceta de Madrid núm. 245, de 02/09/1925, Página 1344

[131] De la Casa Martínez, Carlos y Ruiz Esquerro, Juan José; Iglesia de San Esteban (San Esteban de Gormaz) Reconstrucción histórico-artística de un “expolio legal”,  Págs. 34-53

[132] Real Academia de la Historia; Signatura: CASO/9/7973/80(1) Fecha: 1922/12/07, consultado en http://www.cervantesvirtual.com/FichaObra.html?Ref=312700&portal=111. Gaceta de Madrid de 09/08/1924, Pág. 776.

[133] Goig Soler, Isabel; José Tudela. La persona y sus espacios; Págs. 271-274, 280 y 281. La Voz de Soria de 22/08/1924,  23/09/1924 y 05/05/1925.

[134] Extracto del acta de la sesión de la Comisión Provincial del día 26/08/1927, en BOPS de 23/09/1927.

[135] BOPS de 08, 11, 13, 15, 18, 20 y 29/10/1875 y 01/11/1875.

[136] BOPS de 28/01/1920 y 09/02/1921. 

[136bis] Hemos comprobado que su padre no salió de Piquera para realizar sus estudios en Madrid, sino que lo hizo desde Aldea de San Esteban.

[137] BOPS de 30/11/1925 y 5 números posteriores.

[137bis] El Noticiero de Soria de 6/02/1909.

[138] BOPS de 27/06/1883

[139] Noticiero de Soria de 09/08/1918; El Avisador Numantino de 10/08/1918 y El Porvenir Castellano de 12/08/1918.

[139bis] La Provincia de 8/07/1902.

[140] BOPS de 27/07/1925.

[141] BOPS de 17/10/1923 y días posteriores.

[142] BOPS de 03/09/1926 y 11/10/1926.

[143] Noticiero de Soria de 01/06/1912; El Porvenir Castellano de 16/06/1919.

[144] BOPS de 24/04/1931.

[144bis] El Avisador Numantino de 28/08/1909.

[144ter] El Avisador Numantino de 28/07/1906.

[144quáter] Hemos encontrado esta referencia en el sitio web de Cihuela (cihuela.org y cihuela.es) y en el libro Deza entre Castilla y Aragón (de Vicente Alejandre Alcalde) que remiten al libro Las desamortizaciones de Mendizabal y Madoz en la provincia de Soria (1982), de Rosa Ortega Canadell. 

[145] BOPS de 12/11/1926.

[146] BOPS de 10/06/1918.

[147] BOPS de 20/02/1928 y 27/02/1928

[148] Pérez Fernández de Velasco, Carmelo; Efemérides Sorianas; en 5 de mayo de 1912. El Avisador Numantino de 11/05/1912.

[148bis] Ideal Numantino 24/11/1911.

 [148ter] El Avisador Numantino de 1/05/1912.

[149] El Avisador Numantino de 21/01/1914; El Porvenir Castellano de 22/01/1914; Noticiero de Soria de 21/01/1914.

[150] BOPS de 09/11/1877 y 12/01/1878.

[151] Carrasco García; Montserrat, Arquitectura y Urbanismo en la Ciudad de Soria (1876-1936); Págs. 464 y 549-551.

[151bis] El Noticiero de Soria de 13/07/1907.

[152] El Avisador numantino de 02/08/1922. Hay amplia información de esta catástrofe en los periódicos locales de Soria, de esa fecha y siguientes: El Avisador Numantino, El Porvenir Castellano, La Voz de Soria y Noticiero de Soria, así como en la prensa nacional, especialmente el ABC.

[153] El Avisador Numantino de 02/08/1922.

[154] La Voz de Soria de 22/08/1922.

[155] Extracto de la sesión de la Comisión Provincial de 30/11/1877 en BOPS de 03/04/1878.

[155bis] El Avisador Numantino de 28/10/1922.

[156] Extracto de la sesión de la Comisión Provincial de 18/02/1878 en BOPS de 15/04/1878.

[157] BOPS de 29/03/1918.

[158] BOPS de 05/02/1926.

[159] BOPS de 17/08/1939.

[159bis] BOPS de 31/08/1881.

[160] Ximénez, Afrodisio; Jueves la Saca en Revista de Soria (Primera Época), número 20.

[161] Pérez Fernández de Velasco, Carmelo; Efemérides Sorianas. Martín de Marco, José Antonio; El Casino y el Círculo de la Amistad-Numancia 1848-1992; Pág. 84.

[162] El Avisador Numantino de 14/01/1883.

[163] El Avisador Numantino de 4/02/1883

[164] La Propaganda de 20/06/1883.

[165] Martín de Marco, José Antonio; El Casino y el Círculo ....., Pág. 86.

[166] Martín de Marco, José Antonio; El Casino y el Círculo......, Pág. 141.

[167] BOPS de 09/01/1889 y 12/08/1889.

[168] La Propaganda de 05/11/1887.

[169] Noticiero de Soria de 26/05/1900.

[170] Noticiero de Soria de 08/12/1900.

[171] BOPS de 19/08/1921.

[171bis] BOPS de 10/09/1880.

[172] BOPS de 17/05/1922.

[173] Boletín Oficial del Obispado de Osma (en adelante BOO) de 17/09/1877.

[174] Noticiero de Soria de 08/03/1926.

[175] BOO de 25/01/1913.

[176] BOO de 21/05/1917.

[177] BOO de 19/10/1926.

[178] Revista Católica de cuestiones sociales.

[179] Noticiero de Soria de 26/09/1927.

[180] Noticiero de Soria de 14/11/1927.

[181] Numancia Sanitaria de marzo de 1936, Pág. 16.

[182] La Voz de Soria de 04/07/1922 y el resto de periódicos sorianos de esos días

[183] Fidalgo, Feliciano; Anacleto Ruiz de Almarza, en Recuerdo de Soria de 1891, Págs. 21-23.

[184] Noticiero de Soria de 22/06/1925.